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La vida más allá del iPhone o por qué los ‘malos’ resultados de Apple no son tan preocupantes

La racha de Apple ha durado 13 años. Los datos registrados por la compañía de Cupertino en los tres primeros meses de 2016 han confirmado la primera caída en sus beneficios desde que el gigante de la informática de consumo lanzase al mercado la tercera generación de su reproductor de música iPod y la tienda iTunes Store en 2003. A lo largo de esta ‘era dorada’ sus ingresos se han multiplicado por 35 y los beneficios por 700.

Las ganancias se han reducido un 22,5% en el primer trimestre de este año respecto al mismo periodo de 2015 por la desaceleración en las ventas de su producto estrella: el iPhone. El apetito por el ‘smartphone’ de Apple se ha reducido por primera vez en su historia: entre enero y marzo se comercializaron 51,2 millones de unidades, 10 millones de unidades menos que hace 12 meses.

La mala noticia para la compañía que dirige Tim Cook es que los iPhone suponen casi dos tercios de su volumen de negocio. Esto ha provocado que sus ganancias trimestrales hayan sido de ‘solo’ 10.500 millones de dólares. La principal razón de esta caída en los beneficios se encuentra en China. Azotado por una enorme inestabilidad económica, el gigante asiático ha visto como las ventas del teléfono inteligente de la manzana mordida caían un 26% interanual.

¿Es preocupante? Sí, pero no. El encasquillamiento de la economía China no solo preocupa a Apple, mercado en el que la compañía tiene mayor potencial de crecimiento tras dominar ampliamente Europa, Estados Unidos y Japón, sino a la mayor parte de las grandes empresas multinacionales y gobiernos del planeta. Una recesión en el gran dragón se convertiría en un problema mundial. “Nuestro equipo ha trabajado con enorme efectividad afrontando una adversa situación macroeconómica, ha llegado a reconocer Tim Cook.

A este factor se suma una saturación y estancamiento del mercado de ‘smartphones’. La venta de teléfonos móviles de última generación ha crecido únicamente un 0,1% en el primer trimestre de 2016 hasta los 334,9 millones de unidades, según los datos de la consultora IDC. Desde la perspectiva de Apple esto supone que, a pesar de la dura competencia de los fabricantes chinos y coreanos con sus modelos ‘low cost’, uno de cada seis terminales que se vendieron en el mundo entre enero y marzo fue un iPhone.

La bolsa también ha castigado los ‘malos’ resultados de Apple, que vio como en menos de una hora su valoración de mercado caía en cerca de 40.000 millones. Lo cierto es que los inversores suelen reaccionar mal cuando las compañías no cumplen con sus elevadas expectativas. Los resultados de la compañía de Cupertino serían maravillosos para la inmensa mayoría de las cotizadas, pero no para una empresa de la que se espera innovación continua y un crecimiento infinito con independencia de factores externos. La racionalidad es algo que suele brillar por su ausencia en el parqué.

¿El pasado vuelve?

Los más agoreros ya vislumbran el principio del fin de Apple. Además de resultados, tiran de memoria histórica para recordar que sin la capacidad para la innovación de Steve Jobs la compañía estuvo a solo 90 días de declararse en bancarrota allá por 1997. Jobs había salido de la empresa que fundó mucho antes, concretamente el 1 de mayo de 1985. John Sculley, el hombre que él mismo había traído de Pepsi para “cambiar el mundo”, le abrió la puerta de par en par tras convencer al Consejo de Administración de que era “malo para el negocio”.

Durante los primeros años, la salida del fundador de Apple no se notó. Todo lo contrario, hasta pareció enormemente positiva para sus resultados: la compañía llegó a su punto más alto el 1 de mayo de 1987, justo dos años después de que Jobs anunciase su despedida, cuando las acciones de la compañía de la manzana mordida llegaron a cotizarse a 79 dólares por título.

A partir de ahí, el desplome. Sculley vivió de la inercia de las ventas de las creaciones que Jobs había dejado en la compañía antes de abandonarla. Sin embargo, decidió abandonar el camino de la innovación para centrarse en exprimir al máximo la rentabilidad de los productos existentes. En sus años al frente de la compañía, la familia Macintosh creció desmesuradamente con hasta 36 modelos y versiones diferentes. Apenas se presentaron productos revolucionarios, únicamente evoluciones más o menos mejoradas de los ordenadores preexistentes.

Sculley fue despedido en 1993 y los nuevos gestores –el alemán Michael Spindler (1993-1996) y Gil Amelio (1996-1997)– ahondaron en los errores cometidos por su predecesor hasta dejar a Apple en un punto de no retorno del que únicamente la pudo salvar el retorno de Jobs y, con él, la cultura de la innovación.

Hay quien, tras los resultados trimestrales presentados el martes, se acuerda de esta historia. Consideran que, con la muerte se Steve Jobs se acabó el efecto ‘wow’. Dicen que Apple ha vivido de las rentas, pero que el crédito se ha acabado. Lo cierto es que, aunque hay elementos comunes, la historia es hoy muy diferente.

Mirando al futuro con optimismo

Aunque las propias previsiones de la compañía prevén un año algo más ajustado que el histórico 2015 –en el que se vendieron nada menos que 235 millones de iPhones–, lo cierto es que no hay motivos reales para el pesimismo. Apple cuenta con 230.000 millones de dólares en caja para hacer frente a eventualidades y continuar desarrollando productos.

Además, otras líneas de negocio como los servicios (iTunes, App Store, Apple Music, Apple Pay...) han crecido un 20% interanual y ya suponen más ingresos para la compañía que dos de sus productos estrella, los ordenadores Mac y el iPad.  

Los ‘otros productos’, principalmente el Apple Watch y Apple TV, también han dado una alegría en el último trimestre, experimentando un crecimiento interanual del 30%. Los analistas consultados por ‘The Wall Street Journal’ estiman que en su primer año de vida la compañía habría distribuido unos 12 millones de unidades de su reloj inteligente, lo que habría engordado sus cuentas en unos 6.000 millones de dólares.

Junto a estas realidades hay un rumor que podría marcar un nuevo cambio de tendencia al alza en los resultados de la empresa capitaneada por Tim Cook, y es que ya se rumorea que el iPhone 7 podría romper con los modelos anteriores. Se habla de una revolución interior, más allá de un simple cambio a nivel estético, que anime el mercado de los ‘smartphones’.

Los rumores apuntan a un terminal resistente al agua mucho más delgado, con una batería más duradera, una revolucionaria cámara, cascos sin cables y la desaparición del botón ‘home’ para dar paso a una pantalla capaz de ‘sentir’ la presión y detectar huellas digitales en cualquier parte de su superficie. ¿Sera la vuelta del efecto ‘wow’? 

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