Esta referencia mía a la planificación de la economía no es una referencia filosófica o que pretenda dar pié a una controversia. Me refiero a ella como una realidad práctica que afecta a las decisiones del día a día de los agentes y que distorsiona, en una dirección interesada, el funcionamiento de toda la máquina económica. Los mecanismos por los que esta permanente presencia de la sombra del Estado afecta a los mercados son bastante abstrusos, aburridos y largos pero intentaré dar una idea de a qué me refiero para que se vea que hablo de consecuencias materiales prácticas y no de prejuicios ideológicos más o menos teóricos y por si hay algún lector profano de este foro que siente curiosidad y tiene la paciencia de leer. Por ejemplo: “los bancos que, ahora sabemos, empezaban a contratar los Credit Default Swaps (CDs) que les permitirían hacer un buen negocio cuando los bonos derivados creados a partir de las subprime empezaran a no hacer honor a sus compromisos” Pues no, los CDs no eran un buen negocio y no permitieron a los bancos de inversión compensar las pérdidas provocadas por los CDO que estaban, en sus balances, esperando su turno de distribución. Es cierto que los CDO no hicieron honor, en una pequeña parte, a sus compromisos de pago pero es que, en el caso de los CDs, el default fue completo. Los bancos que habían comprado protección por medio de esos CDs no recibieron protección alguna. Ni un dólar; perdieron todo lo apostado. Los bancos de inversión fueron, como se esperaba, salvados de la implosión de los CDO, pero no por los CDs que habían comprado o por el mercado sino por una alcaldada del Gobierno Norteamericano financiada con dólares de los contribuyentes, como se esperaba. Aquellos CDs habían sido escritos por una gigantesca compañía de seguros llamada AIG, que acumuló todo el riesgo. La implosión de los CDO produjo la quiebra instantánea de AIG y el default de sus obligaciones de pago en esos CDs. El Gobierno americano decidió entonces resarcir a los bancos de inversión de las pérdidas generadas por la apuesta ruinosa que habían hecho, haciendo buenos, sacrificando a los contribuyentes, los compromisos de pago de una compañía privada quebrada como AIG. Los CDs eran un mal negocio en términos de mercado pero eran un billete que garantizaba una lluvia de dinero público si quien los compraba ocupaba un confortable lugar a la sombra del poder político. Un lugar en el que una misma operación es un buen negocio y al mismo tiempo un mal negocio según cómo se llama quien hace la operación, no es un mercado, es un cortijo. Continúa…

Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta