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El mundo se enfrenta a un grave problema: muchos estudios alertan de que se están agotando las reservas de arena y precisamente del tipo que es imprescindible hoy en día para el sector de la construcción. Cada año se consumen más de 40.000 millones de toneladas de arena y grava a escala global, de los que tres cuartas partes se destinan a la construcción. En China y La India la escasez ya ha obligado a paralizar obras.

La mayor parte de los recursos naturales que hemos utilizado en las últimas décadas, en los últimos siglos, son limitados, y podría llegar el día en el que resulte muy difícil encontrarlos en algún punto del planeta. Incluso si pudiéramos acceder a ellos en cantidades limitadas, su valor se elevaría de tal forma que quedarían en manos de unos cuantos privilegiados, que sabrían muy bien cómo sacar partido económico a esa situación. Puede suceder con otros materiales, pero ya está ocurriendo, incuso hoy en día, con la arena.

Aunque no sea tema de conversación habitual, este recurso se está agotando. Son numerosos los datos e informes que han tratado de cuantificar las reservas que quedan de petróleo o cuándo daremos el salto al grafeno, pero a pocos parece interesar que la cantidad de arena disponible es cada vez menor, a pesar de que resulta indispensable para elaborar objetos tan cotidianos como el vidrio o el hormigón que permite ensamblar las distintas partes de un edificio.

Pese a que existen cantidades colosales de arena y grava sobre la superficie de la Tierra, nuestra creciente dependencia nos ha llevado a provocar un significativo impacto en el ecosistema. Según los datos aportados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la mayor parte de las entre 47.000 y 59.000 millones de toneladas que se extraen cada año de diversos materiales, la arena y la grava representan un 68% y un 85% respectivamente.

Nos estamos quedando sin arena... y es todo un drama inmobiliario
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U.S. Fish and Wildlife Service Northeast Region | Flickr

Ese mismo informe, con datos de 2012, apuntaba que el consumo mundial de arena y grava supera los 40.000 millones de toneladas cada año, una cantidad que duplica los sedimentos que durante esos mismos doce meses transportan todos los ríos del mundo. De todas ellas, 30.000 millones de toneladas se destinan a la construcción.

Si esta tendencia se prolonga en el tiempo, la industria de la construcción se verá obligada a cambiar sus dinámicas y utilizar nuevos materiales para levantar los edificios. En China y en la India, la escasez de arena ya ha dejado a algunos obreros sin trabajo ante la paralización de ciertas construcciones.

Después del agua, la arena y la grava son las materias primas más utilizadas a nivel global. Cada vez necesitamos más y más, sobre todo con el crecimiento económico en Asia, por lo que algunos están dispuestos a cualquier cosa con tal de hacer caja con algo que nos pertenece a todos. De hecho, ciertas redes de corte delictivo están tratando de explotar un mercado negro de compraventa de arena ejerciendo su control a través de la violencia.

Nos estamos quedando sin arena... y es todo un drama inmobiliario
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La situación provocada por estas mafias es de tal gravedad que las autoridades de varias regiones de la India han llegado a prohibir a las constructoras el uso de arena natural. Para salvar la restricción y evitar que se adopten medidas tan drásticas en otros lugares, la propia industria ha comenzado a buscar alternativas. La que parece estar cobrando mayor fuerza es la arena artificial.

Su elaboración es tan sencilla como triturar piedras, aunque no pueden ser de cualquier tipo. Han de cumplir ciertos requisitos para que el producto final de este ingrediente del hormigón ofrezca resultados tan buenos o mejores que la propia arena natural. Al tratarse de un producto manufacturado, algunos expertos señalan que permitirá evitar las impurezas que lastraban la calidad en el pasado.

Llegados a este punto, también podríamos pensar que la solución pasa por las enormes cantidades de arena que se acumulan en los desiertos, pero nada más lejos de la realidad. Ese tipo de tierra es tan fina que no puede ser utilizada para la construcción, ni para abastecer a las industrias que utilizan este recurso natural en la fabricación de sus productos.

Por ello, diversos investigadores trabajan en el desarrollo de nuevos materiales como el vidrio reciclado o sustitutos del ladrillo que permitan desterrar el hormigón. Mientras tanto, algunas autoridades internacionales tratan de emprender una labor de concienciación para poner de manifiesto un problema que se agrava con el paso de los años. Una cosa está clara: cuando la arena ya se haya agotado, no podremos dar marcha atrás.

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