Depende de cómo se utilice, pero una pared de ladrillo visto puede ser a la vez elegante, clásica, rústica, hogareña e incluso moderna. Su textura y color ofrecen una oportunidad única para romper con los colores planos tan típicos en los hogares de hoy en día.
Aunque el origen de esta moda es de todo menos glamuroso –nació a principios del siglo XX en los hogares de escasos recursos económicos porque dejar el ladrillo expuesto era mucho más barato que cubrirlo–, hoy en día es fácil encontrar este recurso decorativo en hogares de todo tipo, incluso de lujo.
El ladrillo a la vista en la chimenea evoca a esa casa de campo en la que huir del ajetreo de la ciudad; en la pared del salón recuerda a los loft neoyorquinos construidos en antiguas fábricas; y, si lo pintas de blanco, tienes un pedacito de estilo mediterráneo en tu dormitorio o el elegante ‘look’ de una cocina industrial.
Ah, y si tu casa no tiene pared de ladrillos, siempre puedes tirar de los paneles de imitación que venden en los grandes almacenes de bricolaje, el resultado está muy conseguido y es enormemente realista.
Te mostramos cómo convertir una pared de simples ladrillos en un elemento decorativo único:
Cocina
Dormitorio
Salón
Habitación de los niños
Baño
Chimenea
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