
Los precios de la vivienda se han duplicado en Suecia a lo largo de la última década, crecimiento que únicamente se vio ligeramente frenado por la crisis económica, pero que se ha disparado a medida que los tipos de interés han caído a mínimos desde 2011. Sólo en lo que va de 2015 las casas se han encarecido un 14%. La peor parte se la han llevado los apartamentos, cuyo precio se ha incrementado un 150% desde 2005.
El incremento de población por la llegada de inmigrantes, sobre todo en ciudades como Estocolmo, y unos tipos por los suelos han disparado la concesión de hipotecas. Se calcula que la demanda es tan grande que en 2025 habrá 450.000 viviendas menos de las que el mercado podría asumir. Eso sí, los precios y el endeudamiento de las familias seguirán en aumento.
La deuda media por hogar en Suecia se sitúa en el 172% de los ingresos antes de impuestos, aunque en las grandes ciudades esta cifra puede llegar a duplicarse. Por eso el Riksbank, el banco central del país, ha intentado frenar el rally alcista de precios, pero sin éxito.
En 2010 y 2011 apostó por subir los tipos, y fracasó miserablemente. El riesgo de deflación pese a la mejora del empleo hizo que la entidad bancaria volviera a una política de tipos bajos. También intentaron reducir el acceso a la financiación limitando la concesión de préstamos para la adquisición de una vivienda al 85% del valor de tasación. Tampoco ha funcionado.
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