
El ladrillo se cebó en su crisis con las autonomías que más habían apostado por él, entre ellas Valencia. Frente a esa política, algunos estudios de arquitectura están proponiendo otro modo de vivir en la ciudad, en el que no soñemos con un chalet con piscina hipotecado, sino con un acceso a la vivienda no especulativo y que nos cohesione como sociedad.
En una localidad de Valencia, Alfafar, hay un barrio que sirve de ejemplo del desarrollismo de los años 60: Orba, que nació para albergar a los trabajadores de las fábricas de madera de la zona en unas 7.000 viviendas. Ahora, sin embargo, en el municipio la tasa de paro es del 40% y un 25% de hogares están vacíos.
Precisamente allí Improvistos, un estudio de arquitectura, ha propuesto soluciones para revitalizar este barrio de monótonos contornos, en el que todos los bloques de edificios son muy similares y están ordenados en forma de cuadrícula. El proyecto gustó mucho a ONU-Habitat, que el año pasado les otorgó el premio internacional de Rehabilitación Urbana en Edificaciones Masivas.

El propósito del proyecto es abarcar mejoras en todos los ámbitos: Urbano, económico, social, medioambiental y de participación. Las huertas que están creando los vecinos serían reordenadas y regadas con aguas saneadas del propio barrio y se buscaría la eficiencia energética apoyándose en las energías renovables, desde la solar a la biomasa.
"Se trata de aprovechar los espacios y la economía autóctona. En Orba, los vecinos viven de espaldas a la Albufera, un paisaje rico y con su propia producción agrícola, la cuestión es integrarlo en el urbanismo y no en este tipo de sociedad en que todo es comprar y vender", cuenta Carlos Molina, sociólogo y miembro del equipo de Improvistos junto a dos arquitectos, María Tula García y Gonzalo Navarrete, a idealista News.

El proyecto se ha basado en las experiencias de 'cohousing', o viviendas colaborativas que en los últimos años se ha puesto de moda en Europa. Se trata de que todos los vecinos colaboren entre sí, aprovechando las viviendas desocupadas y reutilizando otras zonas vacías para crear espacios comunes. Una forma de cohesionar a los vecinos del barrio, redefiniendo las relaciones entre lo privado, lo común y lo público.
Eso sí, del dicho al hecho hay un largo camino de rehabilitación, y por el momento el proyecto que presentó Improvistos a ONU-Habitat es difícil de realizar. "El proyecto de la ONU es muy idílico, muy utópico: es nuestra referencia pero no contamos con ello y requiere un trabajo previo de creación de comunidad", puntualiza Molina. "Una parte es el proyecto que presentamos a la ONU y otra el posterior desarrollo en Orba en contacto con vecinos, partidos y asociaciones".
De momento, saben ya que parte de su proyecto prosperará y estará dentro de un plan europeo de movilidad. En el corto-medio plazo, Improvistos comenzará a realizar el diagnóstico participativo, centrado en el barrio, con ayuda de los vecinos. "La participación es muy importante, cuanta más gente participe, más rico es el proyecto", nos cuenta Molina.

Según nos explica, en un primer momento el proyecto ganador de ONU-Habitat causó sorpresa entre los vecinos, pero ya han hablado con ellos para explicarles que se desarrollará en la medida que deseen y ahora, los habitantes de la zona están "muy ilusionados". "Es una gente muy acogedora y ganar el premio te da una legitimidad que de otra forma te cuesta adquirir", nos explica este sociólogo.
La idea no es cambiar inmediatamente las estructuras de los edificios, sino empezar poco a poco regenerando los espacios con una visión colectiva, aprovechando los pisos vacíos, los trasteros, los sótanos y hasta los rellanos: todos los lugares que la gente esté dispuesta a compartir.
"Lo que queremos es un cambio de paradigma en lo Urbano", explica Molina. "No somos tan pretenciosos como para querer cambiar todo de repente, primero involucraremos a todos los agentes del barrio de Alfafar en hacer un proyecto de desarrollo Urbano y social a largo plazo".

Los miembros de Improvistos quieren convertirse incluso en mediadores entre los vecinos y sus distintas concepciones del barrio. "En nuestro proyecto hay parte de activismo, de militancia, de querer promover un cambio social", nos cuenta Molina.

La idea de Improvistos es en definitiva una forma de fusionar arquitectura y sociología. "Es un proyecto ilusionante y queremos ayudar al cambio social: consideramos que ese cambio se está dando y esta es nuestra forma de contribuir a ello", nos cuenta Molina.
Juan Ramón Adsuara, el alcalde de Alfafar, ha señalado en declaraciones a NPR que está sorprendido y desconcertado por el interés en la localidad, aunque orgulloso por el premio. "No es solo un proyecto de arquitectura. Es una fusión de arquitectura y rehabilitación. Es política social", ha dicho el alcalde.
Sin embargo, Adsuara ha precisado que por el momento se tiene que esforzar por seguir manteniendo los servicios básicos. "Tengo que pagar las nóminas a los empleados municipales - el personal de limpieza, el personal de recogida de basura". Habrá que esperar por tanto a la ayuda que pueda proporcionar el plan de movilidad europeo para comprobar cuál es el desarrollo de este proyecto de colaboración vecinal que pretende hacer frente a la construcción masiva de edificios de los últimos años con la baza de la solidaridad.
5 Comentarios:
¿Cuánta especulación hubiera habido si se hubiera exigido, de verdad, que la financiación no superara en ningún caso el 80%, ni siquiera con avales?
Y cuando el mercado empezó a recalentarse, ¿Cuánta especulación hubiera habido si ese porcentaje se hubiera bajado al 70%, y luego al 60% en caso necesario?
Si hay especulación es porque los gobernantes quieren que haya especulación, no busquen las causas en ningún otro sitio...
Yo no lo veo asi 180 alquileres,pues la financiacion debe de existir siempre,
Ahora hubiera sido el momento de sacarlo todo del banco y que nos lo pidiesen de rodillas
Pues hay gente que necesita financiarse,
Lo mejor es cash , pero aqui no comprnden nada mas que lo suyo vale mucho no miran el cash
Disculpa... yo soy de los pocos que ha retirado todo del banco. He dejado lo justo para gastos fijos del mes
Financiación sí, pero con un límite. Un 80% parece razonable en una situación normal, pero cuando los precios empiezan a subir y a subir, en vez de permitir que se financie el 90%, luego el 100%, y luego el 120%, que eso es echar gasolina al fuego, lo que hay que hacer es restringir la financiación al 70%, luego al 60% y si es necesario al 50%.
Cuando las casas de 100.000 euros se vendían a 300.000, ¿Cuánta gente la pudo comprar con financiación del 120%? Pues todo el mundo, y el que no entraba ahí es porque era tonto ... hasta que llegaron los desahucios, los rescates y los recortes. En cambio, ¿Cuánta gente hubiera podido comprar esas casas de 300.000 euros si la financiación hubiera estado limitada al 50%? Exacto, casi nadie. ¿Hubiera subido entonces el precio a 300.000 euros? Pues obviamente no. ¿Y entonces habría habido desahucios, rescates, recortes?
Los gobernantes están para eso, y no pueden decir que no lo sabían porque esto ha pasado decenas de veces. Solo espero que hayamos aprendido cómo y a favor de quién gobiernan los que lo han hecho los últimos 20 años...
Yo no creo que la situación vaya a ser tan catastrofista como algunos la describen. De lo que estoy seguro es de que en España, la gente, y los jovenes en particular, tienen que ir olvidándose de tener casas en propiedad. Habrá que mejorar las leyes de arrendamiento para protección de todos, arrendador y arrendatario. No creo que Marx acertara en esta ocasión, por que nuestra economía es mucho más global. Las empresas y empresarios no siempre tienen que emigrar para generar negocio en el extranjero en países cuya economía está mucho más activa. Por lo tanto ese mercado de divisas debería seguir funcionando. Es cierto que hay un problema de envejecimiento y una alta emigración de jovenes preparados, que deberíamos (los políticos principalmente) ir pensando en recuperar, por que sino el estado de bienestar que cada vez es menor, se acabará destruyendo y nos convertiremos en un país con grandes diferencias.
Alguien me dijo no hace mucho que España es un país excelente para vivir, pero horrible para trabajar. Y es que hemos vivido unos años muy a lo loco, con grande excesos y ahora toca frenar. Aunque sinceramente y aunque hay diferencias, en Madrid sigue habiendo restaurantes donde es imposible ir a cenar si no reservas con varias semanas de antelación, cuando pase el frío las terrazas se llenarán, y en el verano todo dios irá de vacaciones.
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