La noche es para algunos el momento idóneo en el que echar una buena cabezada y descansar, mientras otros prefieren vivirla a tope con los amigos o aprovechar el silencio de las horas nocturnas para avanzar en el trabajo.
Los escritores, publicistas, cantantes y reyes de la noche forman parte del club de fans del crepúsculo, y precisamente a ellos van destinados los diseños de La arquitecta Clio Capeille, que ha imaginado una serie de edificios perfectos para disfrutar a altas horas de la madrugada.
Su proyecto, englobado bajo el título 'La hora nocturna depende de nosotros', está compuesto por una serie de edificios que se adaptan a la oscuridad. Por ejemplo, aprovechando los alrededores del Parque Olímpico de Londres, Capeille ha imaginado un observatorio donde los amantes de la noche podrán disfrutar de la iluminación natural de las calles oscuras de la capital británica.
También un cine en el que la oscuridad es responsable de disparar la imaginación de los espectadores, e incluso un centro de nictofobia para curar el pánico que tienen algunas personas a la noche más profunda.
“Usando la oscuridad como material, los edificios nocturnos imaginados estimulan y amplifican los estados psicológicos y fisiológicos humanos que existen durante el crepúsculo”, señala en una entrevista la arquitecta.
Capeille propone, además, que los edificios estén rodeados de flores nocturnas - aprovechando su luminiscencia -, y ha redactado un manifiesto explicando lo natural y beneficioso que resulta que las personas disfrutemos (también) de la noche.
Los diseños de Capeille son una idea de lo más rompedora en el mundo de la arquitectura actual. Hasta ahora, que un edificio esté iluminado por la noche tiene como fin que siga realizando su labor diurna. Que los carteles publicitarios continúen mostrando un producto, que los centros comerciales sigan publicitándose con una decoración de lo más asombrosa o que los turistas nocturnos disfruten de las maravillas de una ciudad también por la noche.
De acuerdo con Capeille, el hecho de que no podamos disfrutar de los prodigios nocturnos se debe a la costumbre - innata del sistema económico en el que vivimos - de hacerlo todo por el día y emplear la noche para dormir. En su manifiesto, la arquitecta señala que la nictofilia, la atracción por la oscuridad y el crepúsculo, es considerada una enfermedad, y recuerda que las revoluciones siempre empiezan a altas horas de la madrugada.
A pesar de que los diseños de Capeille no cuentan con la iluminación que suelen tener los edificios importantes de una ciudad, sí resaltan lo viva que puede estar cuando el resto está durmiendo.
Sirva de ejemplo el edificio Lotus de China, diseñado por el grupo de arquitectos australiano Studio 505. Construido sobre un lago artificial, acoge las oficinas de la secretaría de urbanismo del Gobierno, además de ser un centro cultural. O el Murinsel o Isla de Mur, una isla artificial creada en medio del río Mur, en Austria, que sirve de anfiteatro y es un lugar de lo más original para tomar un café.
La idea de Capeille puede resultar demasiado vanguardista - quizás se deba a sus estudios de filosofía y arte - y de momento la arquitectura de la oscuridad se halla únicamente sobre el papel. Habrá que esperar a ver si se apuntan más arquitectos y clientes dispuestos a llevar a cabo las ideas de esta artista.
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