‘Il Paese Ritrovato’, que traducido al español sería ‘El país redescubierto’, es un pequeño pueblo ubicado muy cerca de la localidad italiana de Monza, que acoge y asiste a personas con Alzheimer y demencia. En este lugar, gestionado por la cooperativa La Meridian, los pacientes viven en libertad y ellos mismos deciden qué hacer con su tiempo.
Los habitantes viven en apartamentos protegidos, y aunque pueden moverse libremente por el pueblo, están cuidados por unos profesionales que también organizan actividades para ellos. Asimismo, tal y como indica la cooperativa, ellos deciden si lo quieren o no hacer, es decir, es como volver a su propia vida.
La residencia consta de ocho apartamentos, cada uno con espacios compartidos que suman 420 m2 de superficie y ocho habitaciones individuales con baño, con una capacidad total para 64 huéspedes.
Para comprender mejor cómo surgió esta iniciativa y en qué consiste, idealista/news Italia entrevistó a Marco Fumagalli, vicepresidente y responsable de comunicación y servicios educativos de la cooperativa La Meridiana: “Puede que tarde un poco, pero este modelo tiene futuro y, en nuestra opinión, es eficaz. Lo vemos en los profesionales que vienen aquí y trabajan en otros lugares. Es como si hubiera una mayor conciencia interna del sector que la percepción externa”.
¿Cuándo, por quién y por qué nació el proyecto?
’Il Paese Ritrovato’ nació de una reflexión, alrededor de 2015, de un grupo de profesionales de la cooperativa La Meridiana: desde psicólogos hasta educadores, desde geriatras hasta arquitectos. Un grupo muy diverso de profesionales sanitarios con una larga trayectoria en entornos sanitarios más tradicionales.
La idea era intentar centrarse en la experiencia adquirida durante los años anteriores y encontrar una nueva solución.
Desarrollar una Aldea para el Alzheimer nos pareció la solución más clara, transparente y, además, innovadora. Nos basamos en la experiencia, quizás la más significativa en aquel momento, de la aldea de Hogewey, Países Bajos. La estudiamos, analizando también todos los aspectos de nuestros centros de atención. De ahí surgió la idea.
¿Cómo se desarrolló el proyecto y en qué consiste hoy?
Hay que pensar en un pequeño pueblo como tantos en Italia. Italia, de hecho, es un país de pequeños pueblos. Y nos inspiramos en esta tradición. Así que decidimos imaginar cómo sería la vida para alguien con pérdida de memoria en un pueblo como este: qué tiendas habría, dónde viviría, qué tipo de gente conocería. En resumen, ¿qué tipo de vida le ofrecería?
De ahí surgió la idea de organizar el pueblo con pequeños comercios. Por ello, el pueblo incluye bares, un mercado, un gimnasio, una iglesia parroquial, la oficina de Pro Loco, que organiza diversas actividades, tiendas, una mercería, una carpintería, un cine y huertos y jardines. Entre residentes, trabajadores y voluntarios, más de 100 personas animan el pueblo cada día. Queríamos imaginar y crear un lugar donde la gente pudiera desarrollar una vida social más allá de la vida familiar.
Respecto a la casa, ¿cómo se organizan los alojamientos?
Dentro del pueblo, hay dos edificios con ocho apartamentos, cada uno con ocho habitaciones individuales, con capacidad para un total de 64 residentes. Cada residente tiene su propia zona privada e íntima, que puede amueblar a su gusto; luego, tienen una pequeña zona comunitaria con cocina, sala de estar y zonas comunes; y finalmente, el pueblo, la vida social, todo lo que puedan necesitar.
Un principio fundamental en el que se basa este lugar es la libertad, la elección autónoma de poder gestionar la propia vida, incluso con estas condiciones, tiempos y ritmos difíciles, pero siempre con plena conciencia de lo que uno quiere hacer.
La libertad es el principio cardinal sobre el cual cada individuo regula su propio ritmo.
¿Por qué deciden venir a vivir aquí y cuál es el proceso para acceder a él?
En primer lugar, debemos entender que se trata de un centro de salud. Por lo tanto, los criterios de admisión son los típicos de una residencia de mayore. Hay una lista de espera, una evaluación al ingresar para determinar si los criterios son compatibles con el pueblo y, finalmente, la asignación de plazas.
La evaluación la realiza un equipo y, por lo general, es una evaluación funcional-geriátrica. El requisito para ingresar al país es un diagnóstico de demencia. No existen restricciones para los llamados trastornos de conducta, aunque la definición sea incorrecta. Lo que se requiere es que la persona tenga suficiente independencia motora.
A nosotros acuden familiares de personas que quieren afrontar esta fase de la enfermedad de una manera diferente, así como algunos centros de rehabilitación u otros lugares que atienden a personas con este tipo de características”.
¿Qué distingue a Il Paese Ritrovato’?
La ciudad representa una realidad diferente a otras, tanto en la disponibilidad de espacio como en la posibilidad de elegir el propio ritmo de vida.
Necesitamos quitarnos la máscara del prejuicio y entrar en un lugar donde haya personas que sean curiosas y afronten la vida con las posibilidades que la vida les ofrece.
Necesitamos imaginar que, por ejemplo, las personas se levantan según sus ritmos naturales y pueden decidir quedarse en casa o participar en la vida social. En este sentido, uno de los hallazgos más importantes que observamos es que la interacción social se busca cuando no hay restricciones, ataduras, obligaciones ni personas que, de alguna manera, nos obliguen a realizar ciertas actividades cuando no tenemos ganas.
¿Cuándo se inauguró la instalación y cuál es su situación actual?
El centro abrió sus puertas en febrero de 2018, pero el primer residente no llegó hasta junio de ese mismo año. En menos de un año, llenamos el pueblo. Los resultados desde entonces han sido muy positivos. Internamente ya hemos evaluado algunos resultados publicados en varias revistas científicas. La pandemia, en particular, nos ha permitido extraer información interesante: por ejemplo, sobre la medición del nivel de sociabilidad y su impacto en las personas con estas características.
Externamente, hemos recibido un reconocimiento significativo desde una perspectiva educativa, con casi 300 visitas de grupos externos que vienen a conocer la ciudad y a conversar con nosotros sobre modelos de atención. Es probable que la ciudad desempeñe este papel cultural. Posteriormente, nos unimos a la red internacional de Aldeas de Alzheimer para intercambiar ideas y modelos, y para mejorar continuamente.
En los últimos diez años, especialmente en el norte de Europa y Francia, la experiencia de los pueblos se ha extendido bastante. En Italia, el reto es mayor. Es el único pueblo italiano con este tipo de estructura.
¿En su opinión, es este un modelo que se puede replicar en Italia?
En nuestra opinión, sí, pero nos encontramos con resistencia cultural e institucional. Sin embargo, creemos que esta es una de las opciones más viables. Cabe mencionar que pudimos desarrollar este proyecto gracias a la fuerte participación de la comunidad local. Ni siquiera habríamos podido empezar si algunos emprendedores y familias locales no nos hubieran brindado el apoyo financiero necesario.
La inversión necesaria para empezar asusta un poco a las instituciones. Quizás lleve algún tiempo, pero este modelo tiene futuro y, en nuestra opinión, es eficaz.
Lo vemos y lo encontramos en los operadores que vienen aquí y que trabajan en otros lugares. Es como si hubiera una conciencia interna del sector superior a la percepción externa.
¿Es en su opinión un modelo sostenible?
En nuestra opinión, sí. Simplemente hay que definirlo como una ubicación dentro de la cadena de suministro. Hay una tarifa, que luego se compensa parcialmente, como en todos los demás centros sociales y sanitarios, con una contribución regional.
¿Hay alguna historia particular que pueda ayudarnos a comprender la singularidad y el valor añadido de este pueblo?
Tenemos docenas de historias. La última trata de una mujer que se mudó recientemente al pueblo y sufre demencia precoz. Actualmente trabaja como peluquera en la peluquería. Anteriormente trabajaba en esta profesión, pero la dejó por completo; le habían negado este tipo de actividad. Con nosotros, pudo volver a su trabajo.
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