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Imagen del día: la explosión de personas con Alzheimer para 2050 en todo el mundo
The Economist

En la actualidad, se calcula que 57 millones de personas viven con demencia, una enfermedad degenerativa incurable que, en sus peores fases, les hace depender de cuidados las 24 horas del día. Un nuevo estudio publicado en la revista Lancet Public Health refuerza las predicciones de que esta cifra se va a disparar. Su previsión de que el número se triplicará hasta alcanzar los 152,8 millones de personas en 2050, y que las mujeres se verán afectadas de forma desproporcionada por esta enfermedad, coincide con las previsiones realizadas desde hace siete años o más. Pero, a diferencia de los estudios anteriores, que se basaban en proyecciones globales, éste ha tenido en cuenta las estimaciones a nivel de país y los factores de riesgo específicos.

Aún así, se enfrentó a serias limitaciones en la calidad de los datos de los distintos países, que utilizan diferentes metodologías y a menudo incluso diferentes definiciones de demencia. El hecho de que la conclusión sea tan similar a la de estudios anteriores pone de manifiesto que el factor de riesgo más importante sigue siendo sencillo: la edad. La demencia es una afección que acompaña a docenas de enfermedades diferentes, de las cuales la más importante es el Alzheimer, que representa entre el 60 y el 80% de los casos, y a las que casi todas las personas son más susceptibles a medida que envejecen. La mayor parte del aumento previsto de la demencia es el resultado de dos factores globales: el aumento de la población y la longevidad.

Por ello, los mayores aumentos se producen en las partes del mundo con mayor crecimiento de la población, como el África subsahariana. Esto significa que la demencia ya no será, como en la actualidad, un problema predominantemente del mundo rico. En los países ricos, en cambio, se prevé un aumento de la demencia en gran medida porque la población está envejeciendo.

El estudio de The Lancet Public Health también tiene en cuenta riesgos que, a diferencia de la edad, son modificables: el tabaquismo, la obesidad, el alto nivel de azúcar en la sangre y la baja educación. En América del Norte y Europa, la incidencia de la demencia -es decir, el porcentaje de personas de una edad determinada que la padecen- ha disminuido notablemente, tal vez debido a un mejor acceso y calidad de la educación y a la mejora de la salud cardiovascular. El estudio concluye que, a nivel mundial, estos avances reducirán en 6,2 millones el número de personas que se espera que padezcan demencia. Sin embargo, el aumento de la obesidad, el tabaquismo y la hipertensión arterial en algunos países contrarrestará con creces esta cifra, dando lugar a 6,8 millones de casos adicionales.

Todas estas proyecciones son, por supuesto, imprecisas. Pero el argumento de este estudio y de muchos otros anteriores es indiscutible: que el mundo tendrá que aprender a vivir con un gran número de personas con demencia. Todavía no hay vacuna ni cura, aunque Estados Unidos aprobó el año pasado un fármaco para el tratamiento del Alzheimer en fase inicial. Ningún país ha resuelto todavía cómo va a pagar los cuidados que necesitarán estas personas. Y en muchos lugares no está nada claro dónde se encontrarán los cuidadores.

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