Las deudas ahogan la actividad del instituto de la vivienda de Madrid (ivima)

Las cifras provenientes de cualquier organismo estatal son siempre fascinantemente misteriosas.

Este organismo tiene un patrimonio (activo) de 3500 millones y una deuda total (pasivo) de 2400 millones. Sin embargo el ivima, con bastante indignación al perecer, niega que la deuda sea de 2400 millones ya que solo deben a los bancos 500 millones y hay 1200 millones que aparecen como deuda pero que no se deben a los bancos sino a proveedores y que no son deuda propiamente dicha sino inversión en promociones en marcha.

Todo muy extraño. Por un la deuda que se debe a un proveedor es, si uno piensa pagarla, tan deuda como la que se debe a un banco. Por otro lado, teniendo en cuenta que hablamos de un organismo cuya única actividad (al menos actividad visible) es la promoción de vivienda social, deberíamos suponer que no solo esos 1200 millones sino que la totalidad de su deuda corresponde a la inversión en promociones. Sería muy extraño comprobar que parte de la deuda del ivima, instituto de la vivienda de Madrid, corresponde a una deuda que se empleó para construir una planta de procesamiento de aluminio en Valdemorrillo, en comprar las acciones de una compañía de telecomunicaciones finlandesa o en la inversión especulativa en yenes japoneses.

Hay, sin embargo, un pero a esta airada respuesta del ivima. El que la deuda haya sido invertida (y no repartida en sobres entre los altos cargos se supone) no garantiza que esa inversión no haya sido una inversión catastrófica con ingentes pérdidas. Y es que no todas las inversiones son buenas inversiones. Por ejemplo: toda la deuda de general motors fue invertida en factorías de producción de automóviles lo que no impidió que esa deuda provocara la quiebra de general motors.

La parte más fascinante de este relato de terror corresponde a las "grandes cifras" de este negocio. Se nos dice que no debemos preocuparnos por esos 1200 millones de deuda ya que es dinero que se debe a los proveedores de promociones en marcha. Debemos entender por tanto que, una vez que esas promociones se terminen, su valor como activos será añadido al patrimonio y veremos crecer el activo. La deuda quedará ahí, por supuesto, ya que habrá que pedir créditos de 1200 millones a los bancos para pagar los 1200 millones que se deben a proveedores pero obtendremos algo a cambio de esos 1200 millones de deuda que serán las promociones terminadas.

Es curioso que las promociones a medio terminar con sus solares debajo y todo eso no figure en el patrimonio, con el valor actual que tengan esas promociones medio terminadas, pero bueno, aceptémoslo.

Incluso aceptándolo las cifras siguen siendo muy extrañas. El ivima entregó 700 pisos en 2009 ¿Cuántas viviendas puede haber en esas promociones en marcha que generan una deuda a promotores de 1200 millones? ¿1500 viviendas, suponiendo que se tarden 2 años en terminar una promoción y toda la deuda se genere al principio?

(Esta suposición es extremadamente optimista. Es posible que al señor de las excavadoras se le deje a deber el dinero de las excavaciones desde el primer día y tengamos que esperar 2 años hasta ver terminada la promoción pero al carpintero que pone las ventanas no se le empezará a deber dinero hasta que ponga las ventanas lo que podría ser solo 2 o 3 meses antes de que la promoción se termine. Aunque se tarde 2 años en completar la promoción, no todos los pagos se hacen al principio ni es necesario endeudarse por un plazo de 2 años por el total del costo de la promoción)

Si suponemos que esas "promociones en marcha", que justifican la deuda de 1200 millones, terminan aportando al patrimonio del ivima 1500 viviendas (a millón de deuda la vivienda) el patrimonio del ivima crecerá desde 23.000 viviendas hasta 24500. La deuda final del ivima será de 2400 millones. De esa deuda, el 50% habrá servido para financiar 23.000 viviendas (el 94% de las viviendas) y el otro 50% habrá servido para financiar 1500 viviendas (el 6%).

Una alternativa es que esas promociones en marcha correspondan no a 1500 viviendas sino por ejemplo a 15000. Entregadas a un ritmo de 700 por año esto son 20 años de espera en total. ¿Debe el ivima dinero a proveedores de promociones que serán entregadas dentro de 20 años?

Todas estas sorpresas que no deparaba el destino tienen una misma fuente: las políticas públicas destinadas a facilitar el acceso de los ciudadanos a la vivienda.

Y es que esta máquina demagógica tenía unos cimientos poco sólidos y "paradógicos". El motor, la fuente de energía que permitía las políticas que mejoraban el acceso a la vivienda era el empeoramiento del acceso de los ciudadanos a la vivienda. "Curiosamente", para que las administraciones pudiesen hacer más accesible la vivienda era necesario que la vivienda se hiciese menos accesible. Y es que la fuente de fondos para las políticas de vivienda social provenían también del chorro recaudatorio de la burbuja inmobiliaria, lo que hacía que solo un encarecimiento brutal de la vivienda permitiese a los políticos financiar sus "políticas de vivienda accesible".

Los políticos tenían que utilizar todos los recursos a su alcance, como la restricción mafiosa de la oferta de suelo edificable, la limitación mafiosa de alturas, densidades, volumen construido o las mordidas astronómicas por las recalificaciones licencias en su esfuerzo de hacer que la vivienda fuese lo más cara posible. Lo hacían porque esto aumentaba la recaudación de los ayuntamientos, de los gobiernos autonómicos, de la hacienda central, la cifra de negocio de las cajas de ahorros o de las constructoras amigas y propiciaba un nivel de arbitrariedad y discrecionalidad en el "aquí se construye porque lo digo yo y 20 metros más allá no porque lo digo yo" ideal como caldo de cultivo para la exuberante corrupción que aman tanto todos los políticos.

Las migajas de esta máquina de saqueo a gran escala de la ciudadanía eran empleadas en la compra de votos con dinero público que representaban esas infamantes políticas de vivienda pública. Los ciudadanos tenían que aplaudir a los políticos porque solo los políticos filántropos defendían al ciudadano de los especuladores sin escrúpulos del mercado salvaje.

Un "mercado" salvaje en el que la continua subida de precios de la vivienda hacia la estratosfera depende solo de la interacción de una cada vez más escasa oferta de suelo edificable interactuando con una cada vez más abundante oferta de crédito bancario. La oferta de suelo edificable, materia prima esencial en la producción de viviendas que controla el precio de esas viviendas, y su restricción artificial ha estado determinada no por los especuladores sino por la arbitrariedad de los políticos locales, mientras que la oferta explosiva de crédito tampoco dependía de lo que deseasen los especuladores sino solo de las decisiones igualmente arbitrarias de los políticos del banco central.

Ahogados en su ilimitada codicia y estupidez miope, y agotada la fuente de saqueo que representaba la burbuja, los políticos retiran ahora incluso esas migajas que eran la política de vivienda social. Necesitan exprimir hasta la última gota de la sangre de sus súbditos.