El Plan Estatal de Vivienda (PEV) es el mecanismo plurianual (siempre ha sido de cuatro años, salvo el propuesto ahora que irá desde enero del 2026 a diciembre de 2030) que contiene el conjunto de normas y ayudas del Gobierno de España, conveniado conjuntamente con las Comunidades Autónomas, para facilitar el acceso a la vivienda, especialmente la asequible, a través de programas de apoyo al alquiler y a la compra.
Dos consideraciones previas. Los planes de vivienda no son nuevos, no se han inventado hoy. El Instituto Nacional de la Vivienda (INV), fundado en 1939, fue el precursor de los planes estatales de vivienda y estableció las bases para el desarrollo de la política de vivienda en España, aunque el concepto de Plan Estatal de Vivienda como tal se consolidó más adelante, con el Real Decreto 801/2005, del 1 de julio, que aprobó el Plan Estatal 2005-2008; así que llevamos 20 años regulando desde el Estado central donde queremos poner el foco en vivienda.
Además, no es la panacea, ni mucho menos, pero puede ayudar.
Si tuviera que centrarme en un factor para resolver el problema de la vivienda, me centraría en el urbanismo. Porque debemos entender que para ‘resolver el problema del ladrillo, antes debemos solucionar el rompecabezas del bordillo’. Un urbanismo determinista, lento, fiscalizador, judicializable y jerárquico --en el sentido despectivo de la palabra--, es el origen del mal actual.
Cabe recordar que el Plan Estatal de Vivienda determina las ayudas y subvenciones donde se quiere hacer foco, y para ello se reservan 7.000 millones de euros, de los que el 60%, 4.200 millones de euros, serán aportados por el Estado, a través del PGE; el otro 40%, 2.800 millones de euros, el conjunto de las Comunidades Autónomas, más las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
El PIB español alcanzó 1.723.000 millones de euros en 2024, por tanto, dotar de 7.000 millones a la vivienda, es decir, el 0,4% de dicho PIB, cuando la vivienda, según un estudio de IEE, aporta a las arcas del Estado (en sus tres administraciones públicas) la friolera de 52.200 millones de euros en concepto de recaudación tributaria, lo que representa un 3,5% del PIB español en 2024, es realmente paupérrimo.
La presión fiscal sobre la vivienda en España es elevada y los inmuebles se han convertido en una fuente clave de recaudación para todas las administraciones públicas.
Por tanto, si a un ciudadano le dan a elegir entre una de las ayudas del PEV, o tener el IVA al 0% o incluso al 4%, suprimir el ICIO (que es un impuesto único en Europa, que grava la construcción de vivienda) o eliminar las plusvalías municipales, tanto de desarrollo de suelo, como de actuación de vivienda, muy probablemente preferirán la fiscalidad, porque ello redunda en todos los ciudadanos y el PEV solo redunda en unos afortunados.
En este punto, me atrevo a decir: es el urbanismo y la fiscalidad, estúpido.
Una vez contextualizado lo que es un PEV, entremos en materia. Y, la verdad, la lectura no puede ser más positiva.
En primer lugar, porque hace foco en los tres puntos clave:
- Ayudas para desarrollar la oferta en vivienda protegida: 40% (2.800 millones de euros).
- Rehabilitar el parque existente, mejorando la eficiencia energética: 30% (2.100 millones de euros).
- Ayudas para el acceso de los jóvenes a su primera vivienda: 30% (2.100 millones de euros).
Es digno de reseñar las ayudas a incentivar la oferta de vivienda protegida, porque el Plan le da especial relevancia. En primer lugar, porque le dota del mayor presupuesto y, además, es la única partida que se debe gastar en este concepto sí o sí. En el caso de las partidas para rehabilitación y para ayuda a los jóvenes para adquirir su vivienda, si no son consumidas, podrán pasar al capítulo de desarrollo de oferta de vivienda protegida, mientras que al revés no es posible.
Sin duda, una extraordinaria noticia tras más de dos años que nos han tenido con la matraca de fomentar la demanda, limitando precios de alquiler y poniendo lo más difícil posible que el propietario (ofertante) recupere su patrimonio por impago; por fin se da cuenta el Ministerio de Vivienda que el problema de la vivienda solo se arregla incentivando la oferta y, en especial, la oferta de la producción de vivienda protegida. Y, además, el único requisito que pide es que las viviendas protegidas que reciban las ayudas del PEV tengan carácter permanente, lo que no es nuevo y, por otro lado, bastante lógico.
Además me gustaría destacar lo poco invasiva en su redacción y respetuosa que ha sido la norma con respecto a las Comunidades Autónomas (administración que tiene la competencia en vivienda y urbanismo). Las ayudas para el fomento de la promoción de vivienda protegida no tienen ninguna restricción. No es obligatorio declarar zona tensionada para acceder a las ayudas, al incluirlo en positivo: recibirán más ayudas (no en una cantidad significativa) aquellas promociones que se realicen con industrialización y también las que estén en zonas tensionadas.
Muy importante, a mi entender, que estas ayudas van dirigidas a todos aquellos que pueden promover vivienda protegida.
El articulo 16 indica quiénes pueden ser beneficiarios de las ayudas:
- Administraciones Públicas
- Empresas públicas
- Sociedades participadas
- Empresas de economía social
- Sociedades Mercantiles
Entrando en detalle, curioso que en la categoría empresas públicas la norma limite el tener un capital mínimo del 50% por parte de la Administración, dejando así fuera de estas ayudas a las sociedades mixtas creadas por el ICO, ya que el capital privado supone en 51%.
Dentro de la Economía Social definen todas ellas. Las fundaciones, las empresas de economía social y sus asociaciones, las empresas calificadas de promotor social por la comunidad autónoma donde se ubique la vivienda, las entidades proveedoras sociales, las sociedades cooperativas de vivienda... olvidándose de quienes más están haciendo por el “sinhogarismo” en España, las SOCIMIs de impacto social; quizás la palabra SOCIMI no les gusta mucho.
Por supuesto, las empresas promotoras, que lucharemos por las ayudas en igualdad de condiciones que todos los demás actores, aunque seamos los últimos en las prioridades de este ministerio. Luego seremos los que más producción hagamos.
El que no se haya impuesto la ideología de la zona tensionada, que se invite a los promotores privados a participar del Plan y que se gaste el 40% en promover (ofertar) vivienda protegida, sí o sí, son excelentes noticias, que recibimos con mucho agrado, ya que las reseñas avanzadas por el propio ministerio iban en el camino contrario.
Da igual si ha sido un acto de clarividencia por parte del Ministerio de Vivienda, de sus técnicos, fundamentalmente, o ha sido Europa quien ha marcado el camino por el que hay que transitar y, por tanto, este Gobierno deja de ir en sentido contrario.
Así que solo falta que el MIVAU lo explique bien a las comunidades y que estas convenien.
Porque, además, con buen criterio, este plan contempla cinco años y el primer año no tienen que poner un euro las comunidades, ya que entiendo que se ha pensado que algunas comunidades hacen bien su trabajo y presentan Presupuestos (no como el Gobierno central) y quizás no les dé tiempo a ampliar esta partida. Otro buen argumento para adherirse al plan.
Sobre esto, una curiosidad, el reparto conlleva un criterio técnico fundamental de población, que no me parece correcto, porque se debería premiar a las comunidades que apoyan y realizan más vivienda protegida. El año pasado la CAM realizó el 52% de la vivienda protegida de España. Por población y los criterios actuales, Madrid tendrá sólo un 16% del total.
Y, ¿qué tiene que ver el Plan Estatal de Vivienda con el gato de Schrödinger?
Pues la verdad, nada, lo que pasa es que me gusta mucho la física cuántica.
Como sabéis, el gato de Schrödinger es un famoso experimento mental ideado por el físico Erwin Schrödinger para ilustrar la paradoja de la superposición cuántica. Este experimento conceptual, basado en un gato dentro de una caja sellada con un mecanismo que puede matarlo, demuestra cómo, según la mecánica cuántica, el gato puede estar simultáneamente vivo y muerto hasta que se abre la caja y se realiza una observación.
Pues bien, ya han pronosticado, los gurús del derrotismo, que el gato ha nacido muerto.
Yo pronostico que el gato y el Plan Estatal de Vivienda están más vivos que nunca, ya que, entre otras cosas, el Plan tiene el argumentario de las Comunidades del PP: fomentar la oferta, hacer mucha vivienda protegida, en colaboración pública-privada, con subvenciones para que no estén tan apretados los números.
Pronto sabremos si el gato está vivo o muerto.
Jorge Ginés es director general de ASPRIMA desde octubre de 2023. Licenciado en Derecho y diplomado en fiscalidad, inició su carrera profesional como consultor de desarrollo de negocio y ha fundado la empresa Desaprendiendo. Es autor del libro “¡Aún dicen que el pescado es caro!; Confesiones de un consultor inmobiliario”.
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