En un reciente encuentro de promotores celebrado en Andalucía se hizo la siguiente afirmación: "en los últimos cinco años, en España ha habido más nacimientos de hogares que de niños". Al margen de evidenciar lo baja que es la tasa de natalidad nacional, el dato pone de relieve la estrecha relación que existe entre la demografía (y/o las estructuras familiares) y el negocio inmobiliario. "Es una buena noticia que demuestra la importancia que están cobrando los núcleos unifamiliares y que obliga a los empresarios a plantearse la promoción de tipologías de viviendas de dimensiones más reducidas", razonaba, con optimismo, otro de los presentes. En el otro lado, el de los que ven el vaso medio vacío, se encendía el piloto de alarma, aunque con una perspectiva a largo plazo: "el preocupante descenso de nacimientos, incluso con el peso que tiene hoy la inmigración, implica que de aquí a dos o tres décadas la demanda de viviendas será mucho más reducida". Que cada uno saque sus conclusiones
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