Si lees idealista/news, es muy probable que te dediques profesionalmente al sector inmobiliario y de la construcción o, por lo menos, lo sigas con interés. En ese caso, este artículo es para ti, porque vamos a intentar entender por qué nos han llamado fachas y ahora dicen que no lo han hecho.
A quienes hemos juntado alguna vez dos ladrillos no hace falta explicarnos que la vivienda no aparece por arte de magia; ni que sin obra no hay pisos; ni que los millones de familias nuevas que se han formado en los últimos años no pueden vivir en PowerPoints. Pero aun así, en el debate público español hemos vivido durante años como si lo obvio fuera polémico y lo necesario fuera sospechoso.
Y ahí entra El País, con su reciente artículo titulado “Construir vivienda no es facha”. Un titular cierto, por supuesto, pero inquietante por el hecho de tener que enunciarlo. Si hay que aclarar que construir no es facha, es porque alguien ha insinuado que sí lo es.
Y ese “alguien” —como reconoce el propio texto— proviene de “varios partidos a la izquierda del PSOE”, que han abrazado tesis decrecentistas y han tildado de “neoliberal o pseudofacha” a cualquiera que se atreviera a sugerir que, para tener vivienda, hay que construir vivienda.
El artículo desmonta con acierto algunos de los fetiches que se han repetido hasta el cansancio: la cifra inflada de 3,8 millones de pisos vacíos (que en Barcelona resultaron ser apenas un 1,22%), la idea de que construir no baja los precios (cuando la evidencia dice lo contrario) o la obsesión con los fondos buitre o los grandes tenedores, que apenas representan un 8-15% del mercado. Nada que la audiencia de este medio no supiera, pero, aun así, reconforta ver estos datos publicados en un periódico que durante años fue más indulgente con la poesía que con la estadística.
Pero lo más relevante es lo que el artículo no termina de decir: ¿cómo hemos llegado a este nivel de delirio argumental? La explicación es incómoda, pero evidente: una parte de la izquierda española renunció hace tiempo a la ambición de liderar España y se conformó con liderar únicamente… a la izquierda.
Cuando uno decide competir solo por el aplauso interno, el centro político queda abandonado. Y cuando dejas el centro vacío, alguien lo ocupa.
Mientras tanto, los que estamos alrededor del sector inmobiliario —profesionales, analistas, brokers, arquitectos, promotores, urbanistas, inversores, técnicos de ayuntamiento e incluso curiosos con criterio— hemos visto desde la grada cómo el debate se llenaba de fetiches ideológicos. Hemos asistido durante años a una especie de cuento moral en el que el casero es villano, el constructor es sospechoso y el promotor es una figura casi metafísica asociada al neoliberalismo galáctico.
Y ahora, con el déficit de 600.000 viviendas golpeando a la puerta y la evidencia desbordando el marco romántico, llega El País con su amable absolución:
“tranquilos, construir no es facha”.
Qué alivio.
Llegan tarde, pero llegan.
La verdad es que, para quienes vivimos o trabajamos en torno al sector, este giro resulta entre cómico y trágico. Porque, mientras unos discutían sobre pisos vacíos imaginarios, la realidad seguía avanzando: más familias, más demanda, más presión, más dificultad para acceder a un hogar. Y, por supuesto, menos construcción de la necesaria, especialmente pública. España invierte 34 euros por habitante en vivienda social, frente a una media europea de 161. Después de esto, ¿de verdad hacía falta un villano ideológico adicional?
Así que sí: celebremos que por fin se diga en voz alta lo que en este sector se sabe desde hace mucho tiempo, que construir es la única manera de que haya viviendas. Y celebremos también que, con suerte, empiece una etapa en la que podamos hablar en serio sobre vivienda sin que hacerlo implique pasar por sospechoso ideológico.
Porque construir nunca fue facha. Facha fue hacer creer que lo era, y además convertirlo en consigna.
Juanjo Bande es arquitecto, máster en promoción inmobiliaria y se ha especializado en alquiler inmobiliario digital. Es inversor en el sector del alquiler turístico desde 2014 y está convencido de que las nuevas formas de alquilar van a revolucionar por completo el mundo de los activos inmobiliarios. Cuenta con un canal en YouTube para divulgar conocimiento sobre los temas clave para el sector. Actualmente combina su dedicación a sus inversiones personales con la labor de consultor de inversión y comunicador del mercado inmobiliario.
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