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El constante aumento de los precios de la vivienda ha provocado la entrada en el mercado inmobiliario de cientos de bajos, estudios-ático y otras minúsculas modalidades de vivienda que en muchos casos carecen de cédula de habitabilidad y resultan insalubres. El auge de este tipo de oferta ha cuajado gracias a los jóvenes y parejas que tratan de adquirir su primera vivienda pero cuyo presupuesto (entre 120.000 y 180.000 euros) no les permite acceder a nada mejor. En muchos casos, estos lugares no están registrados como vivienda y, al carecer de permiso de habitabilidad, no pueden acceder a los préstamos hipotecarios. Este problema, que acaba en estafas o bien complica la venta, hace que parte de estos inmuebles caigan en manos de inversores que los ponen en el mercado de alquiler. De este modo siempre están habitados, aunque residir en ellos sea ilegal

El analista y profesor de economía de la universitat de Barcelona Gonzalo bernardos apunta que la locura inmobiliaria en que se ha sumido Barcelona ha llevado a la gente "a vivir en cualquier sitio que pueda pagar". Por este motivo, aumenta la demanda (y la oferta) de pisos de 30 metros cuadrados, pese a que proporcionalmente el metro cuadrado resulta mucho más caro que en viviendas mayores

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