Nos lo llegamos a creer. Era complicado que a Madrid le concedieran la celebración de los juegos olímpicos de 2012 pero la ilusión que puso en el asunto todo el país hizo que las expectativas de éxito fueran tan altas que llegamos a pensar que realmente teníamos una oportunidad. Las de éxito y las económicas. A principios de año los medios de comunicación hablaban de revalorizaciones del 10% en los alrededores del estadio olímpico de la peineta. Poco antes de conocerse el veredicto de los inspectores del comité olímpico internacional (coi), la expectativa era ya de entre el 15% y el 20% de revalorización para las viviendas situadas en el entorno olímpico. Aguirre newman aseguraba que en las zonas consolidadas de la ciudad la promoción olímpica no se dejaría notar demasiado en el precio de la vivienda, pero el este de la ciudad viviría nuevos desarrollos unidos a los juegos olímpicos. Se llegó a afirmar que el distrito madrileño de san Blas -donde estaban previstos la mayor parte de los desarrollos urbanísticos en caso de acoger Madrid los juegos- podía alcanzar precios parecidos a los de chamartín. Quienes se oponían, que también los hubo, aseguraban que los juegos olímpicos llevarían a Madrid a siete años más de obras y que sería campo abonado para que la especulación inmobiliaria campara a sus anchas. Tristemente, el coi no nos dio la oportunidad de comprobar si todas estas afirmaciones eran ciertas, aunque el alcalde Ruiz gallardón ya está preparado para futuras candidaturas olímpicas. Madrid se ha quedado sin olimpiadas, por ahora
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