Aún son difíciles de calcular todas las consecuencias nefastas de lo ocurrido el 13 de noviembre de 2002, cuando el petrolero prestige lanzó una llamada de auxilio al doblar el cabo finisterre. Pero hasta los desastres más terribles, una vez pasados los años, pueden adoptar una cara amable para algunos. En este caso ha puesto de moda la llamada zona cero. El presidente de la federación de empresarios de la costa de la muerte, josé gabín, no sale de su asombro. "Hemos pasado de una época en la que no se construía nada a un boom inmobiliario gracias a toda la publicidad que dio el prestige". Detrás de las manchas muchos descubrieron un paisaje virgen que corrió de boca en boca gracias a los miles de voluntarios que allí acudieron. Los millones que se invirtieron en dejar limpias las playas han atraído a las inmobiliarias que pretenden levantar miles de chalets entre lira y malpica de bergantiños, así como varios complejos de golf
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