La intensa actividad urbanística que registra el pirineo oscense ha provocado un notable incremento en el precio del suelo, sobre todo en las zonas en las que aramón, promotora de estaciones de esquí, concentra algunos de sus proyectos. Las inmobiliarias firman opciones de compra de terrenos rústicos por encima de los 240.000 euros la hectárea, cien veces más del precio de ese suelo sin recalificar para uso urbanístico. Estas operaciones han tenido varios efectos: uno hacerse con tierra en un término municipal en el que se está finalizando la redacción del pgou. Otro, que las promotoras empiecen a hacerse con ubicaciones estratégicas adquiriendo terrenos junto a las islas que adquiere aramón. Un tercero, la subida del precio del suelo. Y un cuarto, la disposición de los vecinos a vender se ha retraído. Muchos de ellos son conscientes de que hace apenas un año se cerraron operaciones por debajo de los 30.000 euros la hectárea en pueblos cercanos. La ecuación es sencilla: si en menos de veinte meses el precio se ha multiplicado por ocho, no hay ninguna prisa para deshacerse del suelo
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