En seseña se están construyendo más de 13.000 pisos, el mayor desarrollo urbanístico en un país obsesionado con la construcción. Este gigantesco proyecto inmobiliario, que emerge en un páramo vacío y polvoriento, es un símbolo de la España actual. Representa una economía boyante, un mercado inmobiliario peligrosamente sobrecalentado y, según el alcalde, una dosis preocupante de codicia y corrupción municipal. El boom inmobiliario crea una gran cantidad de riqueza. Los españoles sospechan desde hace tiempo que existen chanchullos en los ayuntamientos, independientemente del partido que los gobierne. Conforme España construye, los ayuntamientos dependen cada vez más de los ingresos de las licencias, la venta de terrenos y los impuestos inmobiliarios. Un alcalde que vende terreno municipal, si hace que se apruebe un nuevo desarrollo inmobiliario saltándose la ley si es necesario, obtiene más fondos para gastarse en proyectos que le darán más votos. Los gobiernos y los fiscales normalmente han mirado hacia otro lado, puesto que nadie quiere matar la gallina de los huevos de oro de la construcción. Pero otro peligro se cierne sobre los ayuntamientos: el mercado inmobiliario español puede hundirse, provocando una parada radical en el sector de la construcción. Quién pagará la factura entonces?
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