La creciente tormenta en el mercado inmobiliario estadounidense amenaza con convertirse en una auténtica crisis para 2008. La burbuja inmobiliaria ya ha explotado bajo el peso de los tipos de interés crecientes y la crisis del mercado hipotecario es cada vez más profunda. La explosión tiene lugar después de que los precios de la vivienda a nivel nacional se hayan incrementado un 80% entre 2000 y 2006 y tras la caída del precio de la vivienda por primera vez en 15 años. Hay una alta tasa de viviendas vacías y récord en stocks de viviendas en venta, a lo que se suma una creciente morosidad que podría provocar que en torno a medio millón de créditos hipotecarios se ejecuten y que esas viviendas regresen a un mercado ya saturado. A diferencia de Iraq, desenmarañar el mercado inmobiliario es una cuestión primordial que tiene una influencia directa en los bolsillos de la mayoría de los votantes. Después de todo, el 70% de los hogares estadounidenses son dueños de sus propias viviendas y para la mayoría de ellos su vivienda es su principal fuente de riqueza y seguridad financiera. La evolución del mercado inmobiliario estadounidense recibirá una mayor atención política según se vayan acercando las elecciones presidenciales de 2008. Una caída del 30% en la construcción podría recortar 1,5 puntos porcentuales del crecimiento del PIB. Esta perspectiva ha llevado a alan greenspan a sugerir que hay un 33% de posibilidades de que la economía entre en recesión a finales de año, así que en las próximas elecciones el estrellato político puede no ser solo irak sino también una debacle del mercado inmobiliario que podría llevar a la economía norteamericana a la recesión
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