
Los túneles subterráneos suelen estar reservados para el tráfico rodado o ferroviario. Sí, es verdad que en las ciudades suele haber pasos subterráneos, pero no dejan de ser pequeños túneles para sortear unas vías del tren o una carretera. En esta ocasión queremos hablar de túneles peatonales, con centenares de metros de longitud, y que conectan con ambas orillas de un río.
Como lo oyes, son una excepción, sí, pero existen, y no tenemos que salir de Europa para visitarlos. Se trata de auténticas joyas de la ingeniería urbana. Muchas veces infravalorados por su carácter funcional, hoy están protegidos y forman parte del patrimonio local por el legado histórico, social y arquitectónico de una época.

Greenwich Foot Tunnel
Quizás es uno de los túneles peatonales más conocidos del mundo. Está situado en Londres y cruza el río Támesis conectando Greenwich (en el sur del río) con la Isla de los Perros (Isle of Dogs), en el norte. Fue inaugurado en 1902 bajo proyecto de Sir Alexander Binnie y cuenta con 370 metros de longitud.

Fue diseñado para permitir a los trabajadores del astillero de Greenwich llegar a los muelles de la otra orilla. El túnel discurre a unos 15 metros bajo el lecho del río y tiene unas icónicas estructuras de acceso realizadas mediante dos cúpulas de ladrillo rojo y vidrio que albergan escaleras de caracol y ascensores. Aunque ha sido reformado, conserva su carácter histórico.
Woolwich Foot Tunnel
Si los túneles peatonales son una rareza, Londres cuenta con dos. El Woolwich Foot Tunnel fue inaugurado 10 años más tarde que el de Greenwich, en 1912, bajo proyecto de Sir Maurice Fitzmaurice. Está situado unos 5,5 km al este del de Greenwich y tiene unos 500 metros de longitud.

También fue construido para facilitar los desplazamientos de los trabajadores del puerto. De hecho, las estructuras de acceso mantienen el estilo eduardiano con cúpulas de ladrillo y lucernarios. Aunque menos transitado que su “hermano” de Greenwich, sigue en uso y fue rehabilitado en 2011.
Alter Elbtunnel
Este túnel peatonal conecta el centro de Hamburgo (Alemania) con el puerto de St. Pauli cruzando el río Elba y fue una obra maestra de la ingeniería de su tiempo. Abierto en 1911, tiene 426 metros de largo, con dos tubos paralelos. Los coches (hoy restringidos) bajaban mediante ascensores hidráulicos que todavía hoy se encuentran operativos.

Su interior está revestido con azulejos cerámicos decorativos que le confiere una estética única. El exterior de los edificios de acceso tienen una estética más clásica, con una portada de columnas y frontón y una gran cúpula. En la actualidad es utilizado principalmente por peatones y ciclistas, y es patrimonio protegido.

Sint-Annatunnel
Este túnel de 572 metros de longitud aproximadamente cruza el río Escalda (Schelde), conectando el centro de Amberes (Bélgica) con la orilla izquierda del río. Fue diseñado por Emiel Van Averbeke e inaugurado en 1933.

De la infraestructura destacan sus las escaleras mecánicas de madera originales, todo un símbolo del patrimonio industrial belga. Estas escaleras, de cierta influencia déco, contrasta con los edificios de entrada, con estilo racionalista de ladrillo y con una ornamentación mínima. El túnel tiene una atmósfera retro que atrae tanto a turistas como a locales.

Maastunnel
Este túnel, situado en Róterdam (Países Bajos) fue inaugurado en 1942 y es uno de los primeros del mundo en ofrecer carriles separados para coches, bicicletas y peatones. Por tanto, es un túnel mixto. Tiene una longitud de 1.070 metros y conecta ambas orillas del río Mosa (Maas).

Sus accesos están formados por dos edificios funcionalistas de hormigón con una cierta influencia teatral en su estructura. Las rampas, escaleras y escaleras mecánicas permiten el acceso independiente según el modo de desplazamiento. Fue declarado monumento nacional en 2006.
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