Alemania es una isla, al menos desde el punto de vista inmobiliario. "Hace un año y medio la única ciudad más barata en Europa que berlín era tirana" (la capital de Albania). Esta reflexión de lutz behrendt, director nacional e internacional de inversión de atisreal en alemania, es a la vez inquietante y reveladora de lo que está sucediendo en el mercado germano. La vivienda en alemania está presa de sus propias servidumbres y condicionantes históricos. La legislación protege con severidad al inquilino frente al arrendador, hasta el punto que los precios no pueden actualizarse respecto a la inflación porque el inquilino simplemente se marcharía a uno de los 100.000 pisos vacíos que hay en berlín. Esta situación ha provocado que, según algunas fuentes, el gobierno se esté planteando la posibilidad de comprar casas con el único fin de demolerlas y conseguir animar el mercado
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