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En 1990 el interés medio de una hipoteca era del 16,6%, mientras que en el año 2001 era del 5,7%, un 65% más barato. Este descenso de los tipos de interés hizo que aumentara la renta disponible de las familias, lo que propició la demanda de vivienda y se facilitó la subida de los precios del metro cuadrado. Un porcentaje superior a la bajada de los tipos de interés. Además, la llegada del euro hizo aflorar enormes cantidades de dinero negro (se cifra en más de dos billones de pesetas, o 12.000 millones de euros) que fueron a parar a la compra de pisos, solares e inmuebles mientras el precio de la vivienda ha subido sin freno (los pisos son un 85% más caros que en 1990), la caída de los tipos de interés sí ha encontrado suelo. El resultado de combinar estos dos factores es que hoy cuesta más, aunque no mucho, comprar la misma vivienda que a comienzos de los años 90. Por eso los expertos ven claro que el sector va a sufrir un fuerte parón. Según un estudio del bbva, el precio de una vivienda equivale ahora a seis años de salario medio bruto de la familia, cuando en el peor año de la década pasada, en 1991, llegó a suponer cinco años de esfuerzo la escalada de precios ha provocado que las familias se endeuden más tiempo para comprar una casa. El periodo medio de amortización del crédito a principios de los 90 eran diez años, mientras que ahora lo habitual son 20 años. Por tanto la accesibilidad de la vivienda ha empeorado por culpa del aumento de los precios y, a la vez, no se están produciendo avances en los salarios. La menor entrada de turistas alterará las expectativas de las zonas de mayor demanda de segunda residencia en costa. "Todo ello terminará por reducir el número de viviendas demandadas y, con ello, la presión sobre los precios", señala el bbva
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