Aunque la mayoría de los políticos y los agentes inmobiliarios se esfuerzan por tranquilizar a la sociedad norteamericana asegurando que no va a estallar ninguna burbuja inmobiliaria, los economistas cada vez están más preocupados por la existencia de burbujas en algunos mercados locales. Hay datos que afirman que los estadounidenses están forzando su capacidad financiera para comprar en las zonas más caras. También cada vez más personas compran una vivienda solamente para revenderla sacando un buen provecho. Ambas tendencias aumentan el riesgo de producir un declive en los precios de las viviendas en los estados más ricos, donde los precios se hayan más inflados. Aunque los precios se mantengan en la mayoría de estados unidos, una caída en los estados más ricos podría privar a la economía estadounidense de una de sus principales fuentes de crecimiento. Una bajada o incluso una estabilización de los precios puede provocar un deterioro del consumo. Según bill gale, economista de brookings institution "los estadounidenses han puesto demasiados huevos en la misma cesta y por tanto su consumo es ahora demasiado sensible a los movimientos del mercado inmobiliario"
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