Según los agentes inmobiliarios, el sector inmobiliario estadounidense ha sufrido un varapalo a medida que la demanda inmobiliaria ha caído espectacularmente hasta unos mínimos que no se alcanzaban desde hace seis años entre condiciones más estrictas para la concesión de créditos. Los economistas esperaban que las ventas de casas bajaran un 2% pero en su lugar cayeron un 12,2% en julio. El descenso record conmocionó los mercados financieros y sugirió que la crisis crediticia global había golpeado la economía real, incrementado los miedos a que la peor caída inmobiliaria en 16 años pudiera agudizarse. Según David rosenberg, economista jefe en merrill lynch, "no cabe duda de que el sector inmobiliario va de mal en peor". Para robert toll, principal ejecutivo de la constructora de lujo toll brothers, la confianza entre los compradores se está socavando. Los economistas estimaron que un exceso en la sobreoferta de casas está influyendo en los precios y podría obligar a las empresas constructoras a reducir su actividad
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