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Desde su aparición el pasado 1 de marzo de 2006 en los barrios interiores de la m30, los parquímetros se ha convertido en objetos cotidianos en la vida de los conductores de la capital, que se han visto obligados a habituarse a las líneas verdes y azules de las calzadas y a tener que pagar más o menos dinero, dependiendo del tiempo, para poder aparcar. Pero las consecuencias de la ampliación del servicio de estacionamiento regulado (ser) han ido más allá. Ha habido una repercusión directa en el precio de las plazas de garaje, que se han disparado, y por consiguiente en las viviendas que incorporan esta oferta. Es más, en 11 distritos de la capital se venden garajes con el metro cuadrado más alto que el de los pisos de la zona

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