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El suelo es el argumento que suele utilizarse para explicar el alto precio de la vivienda. Sin embargo, la experiencia demuestra que intentos de aumentar la oferta de solares a un precio asequible o la reducción de los trámites administrativos que influyen en la transformación del suelo sin urbanizar en urbanizado no han dado los resultados esperados y la vivienda ha seguido encareciéndose

Empresarios inmobiliarios opinan que hay otras iniciativas que tendrían una incidencia más directa sobre el precio final de la vivienda. Una opción sería la racionalización de las normativas encargadas de regular el día a día en la construcción de un edificio. Según los empresarios, esta parte representa aproximadamente el 39% del precio final de la vivienda, frente al 23% que suponen los impuestos y el 18% que representa el suelo, menos de lo que habitualmente se cree

Según un estudio realizado por una constructora asturiana, los cambios en las calidades de la vivienda, exigidos por los compradores, también pueden subir el precio del metro cuadrado hasta en 86 euros. Si se suman los costes derivados de las obligaciones administrativas (gestión de residuos, revisión de grúas, instalación de colectores, solares o nuevas infraestructuras de telecomunicaciones, entre otros) una vivienda tipo de 100 metros cuadrados puede costar 30.000 euros más de lo inicialmente previsto

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