En algunas regiones del planeta, el invierno nunca se marcha del todo. Hay ciudades donde el aire helado puede congelarnos las pestañas en segundos, donde los coches deben mantenerse encendidos durante horas y donde el suelo permanece helado incluso en verano. Aun así, miles de personas han hecho de esos lugares su hogar.
Desde las extensas llanuras siberianas hasta los territorios del norte de Canadá, El Confidencial y National Geographic se han hecho eco de cómo algunas de las ciudades más frías del mundo han conseguido mantener la vida cotidiana bajo temperaturas extremas.
Yakutsk, la ciudad más fría del mundo
Ubicada en el corazón de Siberia oriental, Yakutsk es considerada la ciudad habitada más fría del mundo, como destaca El Confidencial. En invierno, las temperaturas descienden hasta los -50 °C, y en algunas ocasiones se han registrado mínimas cercanas a los -64 °C. Fundada en el año 1632 como una fortaleza rusa, la ciudad tiene casi 400 años de historia y ha sido, desde sus orígenes, un punto estratégico para la exploración y administración de la vasta región de Yakutia.
A pesar de las condiciones extremas, Yakutsk se ha convertido en un importante centro urbano, económico y cultural. Está construida sobre un suelo de permafrost que nunca se descongela por completo, lo que obliga a levantar los edificios sobre pilotes para evitar que el calor derrita el terreno. Sus habitantes, acostumbrados a convivir con el hielo, han desarrollado una vida cotidiana marcada por la resistencia, donde cada invierno se convierte en una prueba de adaptación.
¿Cómo es vivir en la ciudad más fría del mundo?
Yakutsk cuenta actualmente con más de 350.000 habitantes, lo que, como destaca National Geographic, la convierte en una de las ciudades más pobladas del noreste de Rusia a pesar de su clima extremo. Su población ha crecido en las últimas décadas gracias al auge de la minería, la administración regional y la educación. Además, concentra universidades, centros científicos y un aeropuerto que, aunque con dificultades, la mantiene conectada con el resto del país.
La vida en Yakutsk exige un esfuerzo constante. En invierno, las calles están cubiertas por una espesa capa de nieve y el aire puede congelar las pestañas en segundos. Aun así, sus ciudadanos mantienen una actividad normal: los colegios abren, los mercados funcionan y los niños juegan al aire libre con varias capas de ropa.
Oymyakon, uno de los pueblos más fríos del planeta
A unos 800 kilómetros de Yakutsk se encuentra Oymyakon, un pequeño asentamiento que ostenta el récord de ser el segundo lugar más frío del planeta. En 1926 se registró allí una temperatura de -71,2 °C, una cifra que aún hoy parece casi imposible de imaginar, aunque su temperatura media es de -62 grados. Fundada en la década de 1920 por pastores nómadas, esta ciudad Siberiana tiene menos de 1.000 habitantes y una historia más reciente, pero su nombre se ha vuelto legendario en todo el mundo.
Durante el largo invierno, que dura hasta nueve meses, el sol apenas se deja ver y la tierra permanece completamente congelada. Los habitantes de Oymyakon sobreviven gracias a la caza, la cría de renos y el consumo de pescado congelado, ya que los cultivos son imposibles. En esta aldea, incluso los coches deben mantenerse encendidos durante horas para que el motor no se congele. A pesar de todo, sus pobladores se sienten orgullosos de vivir en uno de los lugares más extremos de la Tierra.
Yellowknife, así es otro de los lugares más fríos del mundo
Yellowknife, capital de los Territorios del Noroeste en Canadá, también se distingue por su clima extremo. Fundada en 1934, las temperaturas en invierno pueden caer por debajo de los -40 °C y, sin embargo, la ciudad mantiene una vida activa gracias a la minería y el turismo de naturaleza.
Con una población que supera los 20.000 habitantes, Yellowknife combina modernidad con aislamiento. Sus inviernos son largos, pero los habitantes disfrutan de auroras boreales espectaculares y de una fuerte identidad cultural. La ciudad ha aprendido a convivir con el frío, construyendo infraestructuras resistentes, túneles térmicos y redes energéticas adaptadas a las condiciones.
Norilsk, entre los sitios más fríos del mundo
Norilsk, en el norte de Rusia, es otra de las ciudades más frías y aisladas del mundo, como recoge Infobae. Fundada en 1935 como un asentamiento industrial soviético, tiene menos de un siglo de antigüedad, pero su historia está marcada por la dureza del trabajo y el clima. La temperatura media en invierno ronda los -30 °C, y durante semanas el sol no aparece en el horizonte.
La ciudad fue levantada en gran parte con trabajo forzado durante el periodo estalinista, y su economía se basa en la minería de níquel y cobre. Hoy cuenta con más de 180.000 habitantes, lo que la convierte en una de las ciudades más grandes construidas sobre el permafrost. Su entorno industrial y su contaminación contrastan con la belleza helada de los paisajes que la rodean, donde la vida se desarrolla bajo una constante capa de nieve.
Así es vivir en las ciudades más frías del mundo
Vivir en ciudades como Yakutsk, Oymyakon, Norilsk o Yellowknife implica enfrentarse a retos que van mucho más allá del frío. El transporte, la vivienda, la alimentación y hasta las comunicaciones deben adaptarse a condiciones extremas. Los edificios se construyen sobre pilotes, las tuberías corren por encima del suelo y los coches permanecen encendidos incluso de noche para evitar que se congelen los motores.
La vida cotidiana está profundamente condicionada por el clima. Los habitantes deben usar varias capas de ropa térmica, las escuelas suspenden clases si la temperatura baja de -55 °C y los servicios médicos están preparados para tratar casos frecuentes de congelación. Sin embargo, en estas comunidades también hay una sensación de orgullo colectivo. En lugares donde el invierno dura casi todo el año, la calidez humana se convierte en el recurso más valioso.
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