Decía la actriz estadounidense Maryl Streep que la maternidad tiene un efecto humanizador y todo se reduce a lo esencial. Para las arquitectas Marta Parra y Angela Müller supuso algo más. Cada una tiene tres hijos y la experiencia de la maternidad no fue tan satisfactoria como hubieran deseado. Eso supuso un punto de inflexión en sus carreras. Compartieron vivencias, unieron fuerzas y buscaron una alternativa.
“Venimos de una época en la que el parto está enfocado como un acto médico y la mujer no tiene capacidad de decisión, de movimiento, queda a expensas de los profesionales. Nosotras lo que queremos es que se entienda el parto como un proceso saludable de la mujer, en el cual mujer y bebé están conectados y los movimientos de una hace que los movimientos del otro sean los adecuados hasta que nace”, nos explica Marta.
El Ministerio de Sanidad contó con ellas para elaborar un primer informe sobre cómo debían ser las maternidades en un contexto de atención al parto menos medicalizado y desde entonces, han tenido claro cual es su objetivo: “nuestro lema durante mucho tiempo es el de calidad y calidez. Ese es nuestro leitmotiv. Nosotros proponemos meter calor y alma a esa experiencia difícil que es pasar por un proceso hospitalario”, nos asegura la arquitecta española.
Angela, su compañera austriaca, usa otro término: “deshospitalizar, creo que es una idea buena porque realmente se trata de rebajar el estrés y ansiedad que nos llega al entrar en un hospital.
El reconocimiento profesional
Su estudio, Parra-Müller Arquitectura de Maternidades, despegó mediáticamente al conseguir, en 2017, el premio a la Innovación Hospitalaria en el 6º Concurso anual de Diseño Interior en Infraestructuras Sanitarias de la Asociación Internacional de Diseño Interior (International Interior Design Association o IIDA) en Chicago.
Cuentan con proyectos tanto en centros públicos como privados, como la Clínica Universidad de Navarra, el Hospital de Getafe y los hospitales HM Puerta Del Sur y Nuevo Belén. “Trabajamos con los dos sectores, cada uno tiene una idiosincrasia diferente. El privado es más ágil en la toma de decisiones y el público es quizás más jerarquizado”, nos confirma Marta.
Lo que tienen claro es que sus proyectos no son más caros. “Para nada. No es más caro. Es diferente. Se trata de invertir más tiempo en pensar y replantear lo existente. Lo que siempre hacemos y reproducimos, nosotros nos lo cuestionamos”, nos garantiza Angela.
Viajar ha sido fundamental para recopilar soluciones, aprender y aplicar lo que han visto en sus propios proyectos. “Trabajamos la luz, los materiales, los colores, los tejidos, todo para que no se asocie a priori con un hospital. Por ejemplo huimos del verde quirófano. Es un color que nunca usamos, por sentido común”, confirma Angela.
Y, ¿qué piensan los profesionales?
“Lo cierto es que a todos nos gusta estar lo mejor posible. Trabajar en un lugar donde se está a gusto, donde las condiciones lumínicas, de diseño, de armonía son buenas, siempre es mejor. Las matronas entienden que esto va a favor de los buenos partos y los buenos nacimientos”, explica Marta.
Eso sí, el modelo transforma las prácticas profesionales. Ahora es la mujer la que va diciendo lo que necesita o va buscando el confort que precisa. Tanto en movimiento como con el agua.
Los beneficios están ahí. Las estadísticas son positivas. Se reducen drásticamente el número de intervenciones, el número de cesáreas, incluso el número de epidurales ya que, según nos aseguran, las mujeres encuentran otras maneras de aliviar el dolor del parto. “Hemos unificado una atención al parto más respetuosa con la fisiología, más calmada, más paciente, sin prisa y, de hecho, el entorno permite que haya un lugar para sentarse el profesional y evitar situación de estrés”, matiza Marta.
Aplicado también a Oncología
Ambas arquitectas han visto que la arquitectura social que practican se puede aplicar fuera del área de maternidad. Han trabajado las UCIs (Unidad de Cuidados Intensivos) neonatales y a raíz de esa experiencia les pidieron ayuda para remodelar un Hospital de día oncológico en Aranda de Duero.
“¿Qué le pasa a un paciente o una paciente durante 4 horas de tratamiento de quimioterapia? ¿Dónde va a estar? ¿Qué necesita? ¿Qué podemos hacer nosotras en la arquitectura, en el mueble, en el equipamiento para que esa mujer o ese hombre esté mejor? Esas son las preguntas que hemos tratado de responder para este trabajo”, reconoce Angela.
“El pabellón lo hemos basado en un concepto de cuidado. Con materiales saludables, con mucha madera, y trabajando el confort y la sostenibilidad. Cada paciente tiene acceso a un entorno privado en el que puede estar el tiempo que necesite y, sobre todo, con unas vistas maravillosas a la ribera del Duero que provoca que la estancia sea infinitamente mejor”, asegura Marta.
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