A lo largo del siglo XX, Le Corbusier visitó cinco veces Colombia para diseñar un plan de urbanístico que situase a Bogotá en la vanguardia de las grandes ciudades latinoamericanas. Sin embargo, el genio suizo, uno de los arquitectos más influyentes de la historia, se volvió a su casa sin haber podido hacer nada y en medio de una encendida polémica. Hoy, casi 60 años después, el Gobierno ha recuperado el espíritu de su proyecto para revitalizar el 'Centro Administrativo Nacional' (CAN), un barrio de la capital que aloja una docena de ministerios y agencias estatales.
En 1947 Le Corbusier planteó la opción de tirar abajo parte del centro histórico de Bogotá para construir viviendas de uno a 18 pisos, grandes espacios públicos con jardines, colegios y centros de salud. Pensó además en paradas de autobuses cada 400 metros, para que los peatones no tuvieran que andar más de 15 minutos hasta su destino y en grandes avenidas de 6 carriles para evitar los atascos.
Ahora Colombia se ha inspirado en aquel sueño de Le Corbusier para crear un nuevo proyecto urbanístico destinado a “recuperar el simbolismo y jerarquía del Gobierno, perdidos con la fragmentación de las actuales estructuras”.
La joya del plan es el llamado ‘Edificio Transición’, un gigante de 104.000 m2 de superficie que se levantará sobre un solar de 86 hectáreas y que costará la friolera de 140 millones de euros. “Es un edificio neutro, funcional, correcto en su forma, proporciones y sistema constructivo, con costos esperados racionales”, explicó el Gobierno durante la colocación de la primera piedra.
El edificio en cuestión tendrá tres torres de 16 pisos en los que trabajarán 6.000 funcionarios que podrán recibir a casi 2.000 personas. Eso sí, conseguir una gestión más rápida no parece estar dentro de este proyecto que tendrá 400 sillas de espera. Además, la renovación del CAN incluirá 982.000 m2 de oficinas gubernamentales, 683.000 m2 destinados a vivienda y una universidad.
2 Comentarios:
si existiera un tribunal de "crimenes contra el urbanismo" a le corbusier, lo hubieran condenado a cadena perpetua.
No será el alcalde Peñalosa quien le pegará el primer tiro... La historia es un sinfín de estupideces, a los alcaldes que trabajan por la gente, la movilidad y la creación de oportunidades para los más desfavorecidos los atacan sin compasión, los insultan, intentan destituir de malas maneras y, apenas se van, los sustituyen por descerebrados que ponen la maquinaria de demoler a funcionar sin compasión, destruyendo todo lo que encuentran a su paso, como si una capa nueva de edificios fuera la solución a los malos olores y la mala imagen que dejan los pobres en sus paupérrimas mentes...
Definitivamente la pobreza mental es mucho más dramática que la pobreza a secas...
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