A lo largo de la historia de la humanidad, la búsqueda de la felicidad ha sido uno de los mayores objetivos. El ser humano mide su felicidad por su propia experiencia, pero no se queda solo en eso, sino también en la relación con su entorno y con las personas que lo rodean. Los factores que contribuyen a la felicidad son tan subjetivos y específicos como los millones de humanos que viven en este planeta, pero hay algunos que son básicos como la familia, el amor, los objetivos y la riqueza. Los tres primeros ejemplos son difíciles de medir, pero sí se puede analizar.
El Informe mundial sobre la felicidad (World Happiness Report) utiliza encuestas globales para conocer cómo las personas evalúan sus propias vidas en más de 150 países. Además, se han cruzado con los datos de riqueza promedio de Credit Suisse para desglosar la riqueza promedio por adulto en muchos países del mundo.
Los resultados no apuntan definitivamente a que la riqueza contribuya a la felicidad, pero sí existe una fuerte correlación en todos los ámbitos. En términos generales, los países más pobres del mundo tienen la puntuación de felicidad más baja y los más ricos informan que son los más felices.
En la parte alta de la tabla aparecen los países nórdicos, y la mayoría de países europeos, junto a Canadá, Nueva Zelanda, Australia o EEUU. España se encuentra en el furgón de cabeza.
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