
Cuenca está llena de leyendas. La más famosa cuenta la historia de un muchacho, amante de la fiesta y las damas, que un día se enamoró de una desconocida y misteriosa mujer. Para tratar de hacerla suya, la siguió el día de todos los santos y la arrastró por la fuerza hasta un lugar oscuro
La noche, que era de tormenta, se iluminó con un relámpago y en ese momento el joven contempló aterrorizado la verdadera identidad de la mujer: sus preciosas piernas se convirtieron en diabólicas pezuñas y su adorable cara mutó al rostro del diablo
El muchacho corrió a agarrarse a la cruz del convento de los descalzos y rezó para que el demonio desapareciera. El joven sobrevivió y abandonó los placeres mundanos para ingresar en una orden religiosa
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