
Los grandes rascacielos no han estado siempre entre nosotros. El acero y el hormigón que se levantan cientos de metros sobre el suelo son los sustitutos de las casas bajas, el ladrillo y la arcilla. La exuberancia se mezcla con la humildad, la ostentación con la austeridad, en hogares en los que todavía residen personas y que también se han convertido en lugares turísticos de primer orden.
Asia y Oceanía: viviendas sin baño y tejados que muestran estatus
Que se lo digan a los ‘hutongs’ de Pekín. Todavía perviven muchos callejones tradicionales de la capital china, con este tipo de viviendas. Con un patio en el centro, por ellos parece que no ha pasado el tiempo. Muchas de las casas no tienen cuartos de baño (los hay comunitarios), y en ellas es fácil encontrar a niños que juegan o adultos que lavan la ropa en común. No todos los ‘hutongs’ de la ciudad son iguales: en el norte de la urbe están más ordenados y amplios, mientras que en el sur son más estrechos. Su rusticidad nos muestra el Pekín más tradicional, como detenido en el tiempo.

En el continente hay otras casas tradicionales que destacan por sus materiales. Es el caso de la casa tailandesa, en cuya estructura resalta el bambú y la madera, con un techo a dos aguas. Para encajar las diferentes piezas, se hacen muescas en los materiales, en vez de utilizar otro tipo de remaches, clavos o tornillos. También es habitual construirla sobre unos pilotes que la aseguran y alejan de masas de agua, como la de los ríos, o que la elevan del suelo. Sus tejados se han convertido en un símbolo más de Tailandia.

En la cercana isla indonesia de Java, lo que destaca es la forma de los tejados de la casa tradicional. Este diseño muestra la clase social de sus dueños. Así, el techo ‘kampung’ es uno a dos aguas sobre cuatro columnas y corresponde a los hogares más humildes. El ‘limasan’, a cuatro aguas, recuerda a un trapecio y bajo él vivían la mayor parte de las familias. Por último, el ‘joglo’, propio de las clases nobles, es el más inclinado de todos y se asemeja a una pirámide.

En Siria, las casas tradicionales también se sustentan en torno a un patio central, con una fuente y árboles y flores de adorno. A este patio se puede llegar desde todos los lugares de la casa, una idea que ya nació de las tiendas nómadas, que se colocaban en círculo para que en el centro se refugiaran los animales. De azulejos de variados colores, suelen tener tres pisos: el bajo, con temperaturas frescas aun en zonas muy calientes; el primero, donde se encuentran las estancias principales, y el segundo, con las habitaciones privadas.

Europa: casas ‘cortadas a mano’
En España sabemos mucho de casas tradicionales: el cortijo, la masía, la barraca, el hórreo… Pero no es el único país del continente que tiene su construcción típica. En Irlanda optan por las ‘cottages’ (‘cabañas’ en inglés), viviendas unifamiliares construidas con piedras de las que todavía existen ejemplos del siglo XVIII. En la planta baja destacaba un gran fuego o chimenea, y en la segunda planta, de techo bajo, se encontraban los dormitorios. En ellas destaca la sencillez y la humildad, y solían construirse en zonas costeras o campestres. La tradición ha seguido para casas contemporáneas, menos modestas en su interior, pero que conservan el techo bajo y de caña.

Mientras, en los campos rusos existen las llamadas ‘isba’, una casa típica cuya principal característica son los troncos rudimentarios con los que está construida. Los huecos se rellenan con arcilla, que ayuda a unir las piezas y con ello a ahorrar en clavos. Las ventanas se cubren con pieles o contraventanas también de madera para proteger el interior del frío. Y hablando de arcilla…

América y África: rendidos al adobe
Barro con paja y secado al sol. El adobe es un material tradicional de la arquitectura mundial, y América del Norte no podía ser una excepción. En México y algunas zonas de EEUU, donde el calor es muy duro, se convierte en el material perfecto para aislar las casas. Lo sabían los nativos y lo saben sus descendientes. Con él todavía se construyen viviendas que se venden a un alto precio: a comienzos de este año, una casa de mediados del siglo XX de Nuevo México estaba a la venta por 695.000 dólares (unos 608.000 euros al cambio actual).

El adobe también es un material muy importante en la casa tradicional africana. Las condiciones climáticas extremas (mucho sol por la mañana y bajas temperaturas por la noche) hacen de él un material ideal para resguardar las casas. El techo es de paja y se combinan otros materiales como madera, barro o roca. Las casas suelen ser bajas y de dos plantas, la inferior para la cocina y la vida diaria y la superior para granero y dormitorio. Un ejemplo de ello son las casas del pueblo somba, en Benin:

Otras casas africanas se ajustan a la vida nómada de las tribus. Por ejemplo, la etnia etíope daasanach construye edificaciones bajas con ramas, que se cubren con pieles y, atención, cajas en las que luego almacenan sus pertenencias cuando se tienen que mover a otro sitio. El resultado final es una especie de cúpula con una sola entrada, pero muy bien ventilada:

La lista de casas tradicionales es larga y da para muy bellas construcciones. También están las aisladas con piedras planas y tepe (césped con raíces en el suelo) de Islandia, que recuerdan a las cabañas de los ‘hobbits’ en ‘El señor de los anillos’ y que llevan más de mil años en la isla. O las señoriales de Mar del Plata, Argentina. Aunque son del siglo XX, quieren imitar las misiones religiosas que los españoles construyeron en California. Sean humildes o aristocráticas, en todo el planeta hay ejemplos con todo tipo de materiales y que dicen mucho de nuestra herencia cultural.
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