En la provincia de Guadalajara, una de las zonas más despobladas de la península ibérica, numerosos pueblos y aldeas han caído en el olvido por distintas razones, desde la despoblación rural hasta causas naturales o económicas. Estos lugares, hoy deshabitados, guardan entre sus ruinas la memoria de antiguos habitantes, tradiciones y estilos de vida. Descubre 8 pueblos abandonados de Guadalajara que cayeron en el olvido, pero que hoy son una ventana al pasado.
Tobes
Este pueblo abandonados en Guadalajara está situado en lo alto de una colina dentro de la Sierra Ministra. Su historia de abandono comenzó incluso antes de la Guerra Civil, cuando el trabajo agrícola no era suficiente para mantener a las familias. La falta de agua corriente y electricidad aceleró el despoblamiento y, para la década de 1970, ya no quedaba ningún habitante en el pueblo.
En sus tiempos de actividad, estaba vinculado al municipio de Villacorza, aunque hoy en día es una pedanía incluida en Sienes. En los últimos tiempos, la adquisición de muchas de sus edificaciones por parte de un residente canadiense ha abierto una puerta a la esperanza de revitalización.
Umbralejo
En el corazón de la Sierra Norte de Guadalajara, a 1.250 metros de altitud, este pueblo perteneciente a La Huerce es de arquitectura negra, caracterizada por sus construcciones en pizarra y barro. En la década de 1970, la población sufrió un éxodo forzado tras ser expropiadas las casas y tierras por el ICONA.
El pueblo terminó despoblándose al carecer de servicios básicos como agua y electricidad. Su ubicación, junto a un barranco y en un entorno agreste, hizo que la vida allí fuera especialmente dura. Después de años de abandono, en 1984 comenzó un proyecto de rehabilitación del Ministerio de Obras Públicas. Desde entonces, ha resurgido como un pueblo-escuela.
Bujalcayado
A los pies de la Sierra de Bujalcayado, muy cerca de Sigüenza, este pequeño pueblo llegó a contar en su mejor época con cerca de 70 vecinos repartidos en unas dieciocho viviendas. La vida giraba en torno a la agricultura y el trabajo en las salinas, pero la ausencia de servicios básicos como médico o sacerdote obligaba a sus habitantes a desplazarse.
La falta de oportunidades laborales y mejores condiciones atrajo a la mayoría de los vecinos a las ciudades. Actualmente, sólo unas pocas casas conservan actividad, especialmente en verano. Los caminos asfaltados contrastan con la imagen de abandono de antiguos edificios como la escuela o la iglesia.
El Vado
El Vado es un caso emblemático de los pueblos que desaparecieron bajo el agua tras la construcción de grandes embalses en la España de los años 50. Situado junto al río Jarama, sus viviendas de arquitectura negra y tierras fueron expropiadas y cubiertas por el pantano que hoy lleva su nombre.
Actualmente, sólo la iglesia asoma sobre las aguas. El entorno del embalse, integrado en plena Sierra Norte de Guadalajara y en el municipio de Campillo de Ranas, es ahora un destino para actividades al aire libre como el senderismo y el piragüismo.
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Matas
Matas se encuentra a pocos kilómetros de Bujalcayado, por lo que la zona es un buen lugar para realizar una ruta de pueblos abandonados por Guadalajara. Está enclavada en lo alto de un cerro y rodeada de un pintoresco valle, y en su día estuvo formada únicamente por siete casas.
Sin embargo, las deficientes comunicaciones y la falta de suministros básicos como agua y electricidad fueron factores determinantes en su abandono. El último vecino se marchó a mediados de los años setenta, y desde entonces, Matas pasó a engrosar la lista de los pueblos fantasma de la provincia.
Sacedoncillo
Durante la Guerra Civil española, los vecinos de Sacedoncillo se vieron obligados a abandonar el pueblo, que fue utilizado como cuartel y campo de prácticas militares. A pesar de que algunos lograron regresar tras el conflicto, los planes de expropiación y reforestación del ICONA marcaron su abandono definitivo.
Hoy, sus vestigios permanecen ocultos entre la naturaleza. Entre los puntos de interés destaca la curiosa Fuente de la Teta, elaborada a partir de un proyectil de la guerra. El acceso se realiza tomando la carretera de Tamajón y desviándose por un camino rural de curvas y paisajes junto al río Sorbe.
Romerosa
Romerosa es una antigua aldea fundada en el siglo XII y situada en una colina, donde sus casas se distribuían a distintos niveles. Aunque hoy su estado es ruinoso, aún se pueden distinguir los restos de bodegas, muros, algunas tinajas e incluso una vivienda que mantiene en pie el tejado.
Destacan especialmente la iglesia y la fuente, famosa desde el siglo XV por la calidad de sus aguas. Este pequeño núcleo rural cercano al embalse de Beleña fue abandonado por causas no del todo documentadas, aunque su difícil acceso y el impacto de la Guerra Civil parecen haber sido determinantes.
Valdeancheta
Valdeancheta, situado en la comarca de La Alcarria, fue también abandonado durante la Guerra Civil española. Su ubicación en zona de frente obligó a evacuar a sus habitantes y dejó el pueblo en un estado casi irreparable. Las edificaciones, en su mayoría dañadas tras los enfrentamientos, fueron derribadas.
Aunque algunos vecinos regresaron brevemente tras la guerra, el deterioro de las construcciones y la falta de recursos provocaron un nuevo éxodo. Finalmente, en 1968, la última familia abandonó Valdeancheta, dejando atrás calles vacías y un conjunto de ruinas que hoy se confunden con el paisaje.
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