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Desde grafitis hasta carteles sin olvidar los escombros. España necesita una lección de estética y de civismo para transformar sus pueblos y ciudades en sitios atractivos para vivir y para atrapar turistas.

He aquí las nueve estampas más degradantes de la topografía española, tanto en el campo como en la ciudad.

Los escombros. Se acumulan cerca de las estaciones de trenes y se trata normalmente de desechos de obras. Ladrillos, puertas, marcos de ventanas o trozos de hormigón. Los echan por la noche sin importarles el deterioro del paisaje.

Fachadas sin revocar. Es una de las peores. Paredes de ladrillos sin capa de yeso o de cemento (no de ladrillo visto), de modo que parece una obra que no se ha terminado. Es muy habitual en los pueblos y es una de las peores impresiones. 

Grafitis. Es el karma de la ciudad moderna: pintadas con sprays por toda la orografía. La inmensa mayoría no son obras de arte sino selfies de grafiteros que cuestan mucho dinero a la sociedad y que devalúan los pisos.

Aceras levantadas. Las raíces de los árboles crecen y causan estragos. Levantan las aceras y dejan piezas de adoquines rotas porque alguien pensó hace años en que quedaría bonito ese árbol, pero no le dejó espacio para vivir.

Rejas dobladas. Puertas de metal dobladas o verjas rotas. En los pueblos es una de las estampas más habituales, incluso en casas de personas con medios económicos. Con esas figuras destartaladas, el turismo huye de los ‘pueblos típicos’.

Aire acondicionado. Mucha gente comenzó a montar aparatos de aire acondicionado en cualquier parte del edificio, sin respetar las normas o cuando no había normas. Algunos han hecho aberraciones como abrir agujeros en las paredes de ladrillo visto. 

Carteles. Conciertos, obras de teatro, exposiciones… El arte es necesario pero lo que no es tan necesario es llenar la ciudad de carteles que con el tiempo, nadie quita y se van despegando hasta dar una imagen cochambrosa.

Parques infantiles abandonados. Muchos parques infantiles son armas de destrucción masiva. Nadie ha arreglado los columpios desde su inauguración y ahora esos instrumentos pueden causar daño a quienes los usan: los niños.

Urbanizaciones sin terminar. España está llena de urbanizaciones sin terminar. O sin empezar. Hay calles, farolas, aceras… A veces alguna casa. Pero desde que estalló la crisis, por allí no ha pasado nadie y ahora parecen zonas fantasma.

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