La incertidumbre sobre la dirección de la política económica de España ha pasado en un solo mes, en octubre, de mínimos desde el inicio de la crisis de 2008 a máximos que no se veían desde 2003, cuando el gobierno de José María Aznar decidió participar en la invasión de Irak y la Unión Europea se preparaba para una ampliación clave para el futuro del euro.
La tensión entre el Ejecutivo de Madrid y las instituciones de gobierno de Cataluña desencadenada por la convocatoria del referéndum de autodeterminación del 1-O y que ha desembocado en la suspensión del autogobierno y la entrada en prisión de la mayor parte de la cúpula del Govern puede tener consecuencias negativas para la confianza en la política económica española, pero por el momento parece haber afectado sobre todo a Cataluña.
El Índice de Incertidumbre en Política Económica, que analiza noticias y el discurso sobre la política económica de un país, ha pasado en España de los 42 puntos en agosto, el mínimo desde el verano de 2007, a los 282 puntos en octubre. La cota de incertidumbre en España no estaba tan alta desde enero y junio de 2016, debido a las elecciones generales de diciembre de 2015 y la consiguiente repetición de los comicios en el verano del año pasado por la falta de un consenso para formar Gobierno.
El índice fue creado por economistas estadounidenses Scott Baker, Nick Bloom y Steven Davis tras la crisis financiera de 2008 para medir el impacto del ambiente político en la economía. El índice ha sido utilizado por investigadores de la Reserva Federal por ser uno de los que mejor cuantifica el riesgo político.
El economista Robert Krol, de la Universidad de California State, considera que hay “pruebas consistentes que indicar que cuando la política económica pierde claridad y más incierta, los pequeños negocios son más reacios a invertir”.
En entrevista con idealista/news, Baker, profesor de la Universidad Northwestern y uno de los creadores del índice, asegura que el aumento de la incertidumbre política en España “ha sido impulsada al alza por la votación y las declaraciones en Cataluña”.
No obstante, muchos economistas consideran que la incertidumbre política no siempre tiene influencia directa o inmediata en la actividad económica y la evolución del Producto Interior Bruto (PIB) al medio plazo.
En un informe de la semana pasada, el Banco de España realizó varias simulaciones de escenarios en los que puede desembocar la crisis catalana: en el más benigno la economía española acumularía una pérdida hastas 2019 de tres décimas (unos 3.000 millones), mientras que en el peor de los casos la caída en el PIB podría ser, en términos acumulados en el mismo período, de unos 28.800 millones de euros, comiéndose casi todo el crecimiento esperado hasta 2019.
El índice puede dispararse por motivos dispares, como cuando China superó los 600 puntos en enero por la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Su discurso proteccionista afectó al índice en China por el temor a que perjudicara a una economía eminentemente exportadora. En junio 2016, el voto del sí a favor del Brexit disparó el índice por encima de los 500 puntos.
Por el momento, el bono a diez años español sigue una tendencia bajista y el Ibex ha vuelto a la estabilidad. La principal perjudicada en este enfrentamiento por el momento ha sido la economía catalana, que ha visto como más de 2.000 empresas han cambiado su sede social para evitar riesgos referidos al marco legal, se ha puesto pausa a decisiones multimillonarias de inversión y se ha disparado el desempleo por encima de la tendencia normal.
Según cuenta el economista de Oxford Economics Ángel Talavera, “habrá que esperar y ver” si la crisis catalana acaba por tener efectos realmente adversos en la inversión y cuál ese efecto a nivel nacional. “Habrá que ver si hay una pérdida neta (en toda España) o es simplemente una transferencia a otras regiones”, explica.
“Yo veo, por el momento, un impacto limitado, principalmente porque el mercado de bonos está extraordinariamente tranquilo. Este habría sido uno de los canales de contagio inmediato del incremento de riesgo político hace unos años pero afortunadamente ahora parece que el cortafuegos del Banco Central Europeo funciona”, asegura Talavera, que matiza que aún hay que esperar a más datos sobre la marcha de la economía española en el cuarto trimestre.
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