Los ayuntamientos están siendo los más rigurosos a la hora de cumplir los objetivos de déficit. De hecho, en conjunto acumulan superávit. Eso se debe, en parte, a la Ley de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera que se aprobó en 2012: les impide aumentar el gasto y, a la vez, a destinar los ahorros a reducir la deuda.
Más allá de que la ley le soblige, la mayoría de ayuntamientos de grandes ciudades rebajaron con fuerza su endeudamiento en 2017, pese a que el punto de partida de cada ciudad es diferente. Lo han bajado tanto que casi todos están a niveles de 2006, cuando muchos empezaron a tocar números rojos. Entonces, los 13 municipios de más de 300.000 habitantes debían 13.336 millones. Ahora, deben la mitad: 7.547 millones de euros. Entre todos, han amortizado 802 millones en 12 meses (un 9,61%).
Los alumnos más aventajados son Las Palmas, con una deuda casi a cero; Bilbao, que sigue por debajo de los 2 millones (aunque este año la haya elevado); Madrid, la más baja en valor absoluto y Valencia, que cae casi el 16% en doce meses.
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