Navarra alberga numerosos pueblos abandonados que guardan silencio tras la actividad de tiempos pasados. Estas localidades, hoy despobladas, son testigo de la migración rural y de los cambios socioeconómicos que transformaron la región. Recorrer sus calles vacías permite entender la historia del lugar y ofrece paisajes únicos. Descubre 8 pueblos abandonados de Navarra que hoy puedes conocer.
Beroiz
Situado en el corazón del valle de Izagaondoa, Beroiz es un pequeño enclave que refleja el abandono rural de mediados del siglo XX. El acceso hasta este antiguo señorío es actualmente complicado, ya que la vegetación se ha apoderado de los caminos.
En sus mejores tiempos, Beroiz contaba únicamente con dos viviendas y una iglesia dedicada a San Martín, edificaciones que en parte todavía se mantienen en pie. El despoblamiento llegó en la década de los 60, acompañando la tendencia de otras aldeas cercanas.
Larrángoz
A orillas del río Irati y escondido entre la vegetación, Larrángoz es uno de los despoblados más singulares de Navarra. El trayecto hacia este lugar comienza junto a la histórica Torre de Ayanz, una construcción defensiva del siglo XIV con una dependencia añadida en el siglo XVIII.
La llegada a Larrángoz, situado en el municipio de Lónguida, requiere recorrer un camino estrecho y poco accesible en vehículo. Quienes se aventuran hasta este punto descubren los restos de un pueblo que, aunque hoy desierto, conserva parte de su encanto original.
Peña
Ubicada sobre una gran formación rocosa en la comarca de Sangüesa, Peña destaca como otro de los pueblos abandonados de Navarra. Su historia está marcada por la producción de queso de cabra, producto que dio fama a la localidad en tiempos pasados.
El éxodo de sus habitantes comenzó en los años 50, en gran medida porque las tierras pertenecían a la familia Elio y los contratos de arrendamiento fueron expirando. Hoy, aún conserva construcciones emblemáticas como la iglesia de San Martín de Tous y la Abadía, además de vestigios de su antiguo castillo y la histórica Fuente de Peña.
Mendinueta
Enclavado también en el valle de Izagaondoa, Mendinueta fue un destacado señorío durante la Edad Media. Sus restos más notables son la torre señorial del siglo XVI y varias antiguas casonas, que aún hoy se mantienen en pie entre la maleza.
La despoblación de los años 60 afectó de lleno a la localidad, dando lugar a su abandono total. Actualmente, las ruinas y el entorno invadido por la vegetación son testigos silenciosos de su pasado histórico.
Adansa
En el municipio de Romanzado, junto al meandro que dibuja el río Salazar, se encuentra Adansa, un antiguo pueblo de la merindad de Sangüesa (zona donde se encuentran la mayoría de pueblos abandonados). Esta localidad fue despoblándose a lo largo del siglo XX, arrastrada por la emigración rural.
Hoy, sus calles solitarias conservan los restos de varias viviendas y la iglesia de San Bautista, del siglo XIII, que aún se alza cerca del núcleo principal. Actualmente, el pueblo es propiedad privada.
Mugueta
Mugueta es un despoblado del valle de Lónguida, emplazado junto al barranco que le da nombre. Las dificultades de acceso y la escasez de servicios básicos llevaron a sus habitantes a dejar el lugar en los años 70.
Hoy, entre la vegetación que ha ido ganando terreno, aún se pueden distinguir los restos de la iglesia de San Martín de Tours, la antigua abadía y dos casas que se conservan mejor: la Casa del Obispo y la Casa Goñi.
Urbicain
Situado en el valle de Izagaondoa al igual que Beroiz o Mendinueta, a los pies de la Peña Izaga, Urbicain es uno de los pueblos navarros que quedó vacío a partir de los años 70, cuando sus vecinos se trasladaron en busca de mejores oportunidades laborales y como consecuencia del envejecimiento de la población.
A pesar del abandono, aún pueden verse varios edificios bien conservados, como la iglesia de San Esteban y la antigua abadía, junto a casas tan emblemáticas como Casa Melchor, Casa Pedroz, Casa La Rosa o Casa Icurgui.
Orradre
Orradre es un pequeño núcleo del municipio de Romanzado, en la comarca de Lumbier y muy cerca de la foz de Arbayún. El abandono de la localidad se produjo en los años 60, debido principalmente a la escasez de pastos para el ganado y la falta de servicios básicos.
De las ocho casas originales, cinco siguen en pie, e incluso una de ellas se utiliza esporádicamente en verano. A la entrada del pueblo se conservan los restos de una iglesia románica dedicada a San Juan, testigo silencioso de la vida que un día llenó este rincón rural de Navarra.
Sigue toda la información inmobiliaria y los informes más novedosos en nuestra newsletter diaria y semanal. También puedes seguir el mercado inmobiliario de lujo con nuestro boletín mensual de lujo.
Para poder comentar debes Acceder con tu cuenta