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Teresa Sapey (Cuneo, Italia, 13 de junio de 1962) es arquitecta, interiorista, diseñadora y una apasionada de su trabajo. No solo pone toda su alma en cada uno de sus proyectos, sino también cuando habla de ellos. Luz y colores intensos son algunas de sus señas de identidad, así como su idea de que cualquier espacio es digno de ser mejorado con el diseño. No en vano, Jean Nouvel la bautizó como Madame Parking.

Ha contado la anécdota cientos de veces, pero no tiene reparos en narrarla de nuevo. No en vano, gracias a ella logró que su nombre se codease con auténticas superestrellas del firmamento de la arquitectura galáctica, como Zaha Hadid, Jean Nouvel o Norman Foster. Corría el año 2004, y se estaba fraguando el proyecto del Hotel Puerta América, en Madrid. Los promotores habían reunido a una pléyade de estudios de arquitectura de renombre, entre ellos, los tres pritzker antes mencionados, y Teresa Sapey no se arredró cuando le dijeron que no quedaba ni un metro cuadrado para desarrollar su creatividad. Tuvo una idea: el parking del hotel podría ser un espacio tan adecuado como cualquier otro. Y así fue como Teresa Sapey fue ungida como madame parking por, nada menos, que Jean Nouvel.

“El parking del Hotel Puerta América se ha convertido en un sitio de bodas, banquetes, celebraciones”, asegura la arquitecta a idealista/news. “Hasta Madonna celebró ahí una fiesta privada. Este parking es mucho más que un parking. Y ese es el secreto de un buen proyecto: que un espacio sea mucho más que un espacio”.

Poco después llegaría otro encargo similar: al aparcamiento público de la Plaza Vázquez de Mella, hoy, Pedro Zerolo, en Chueca, el barrio gay por excelencia de Madrid. Las directrices eran que el parking debía tener motivos sobre el amor homosexual. “¿Amor homosexual?”, asegura Sapey que preguntó. “Yo voy a hablar del amor como energía”. Y así fue como creó un aparcamiento público dedicado al amor. Y, para ello, se valió de extractos de la Divina Comedia de Dante, que recita de memoria en italiano.

Sapey se muestra muy orgullosa de esta obra, “una obra pública”, subraya, ya que es accesible a muchas personas. “Hacer espacios no para una élite, sino para todos, que lleguen al alma de la gente que no sabe qué es la arquitectura. Ese es el éxito de un buen proyecto”, sentencia.

Su estudio, el nido de amor de dos famosos

La diseñadora presume siempre que puede de su estudio de arquitectura. Fue un antiguo tablado en el que se conocieron el torero Luis Miguel Dominguín y la actriz Ava Gardner. “La leyenda dice que se conocieron en mi estudio y que pasaron la noche en el Hotel Palace. Al día siguiente por la mañana el torero se levantó muy pronto y la actriz le preguntó que a dónde iba tan temprano. Él contestó que a contar que había dormido con Ava Gardner”, comenta Sapey.  

La belleza de la imperfección

Sapey habla sobre sus proyectos en el salón de su propia vivienda, un espacio dedicado al diseño con objetos y piezas variopintas, desde unas Marilyn Monroe de Warhol, hasta una obra diseñada por ella misma, que reza It is more than a house. It is a world (Es más que una casa. Es un mundo). “Mi casa es imperfecta, como yo. Pero esta es mi vida y es mi mundo”, aclara.

La entrevista la realiza sentada sobre una silla diseñada por uno de sus referentes: Mies Van der Rohe, que acuñó algunas de las frases más célebres de la arquitectura moderna, como “Menos es más” o “Dios está en los detalles”.  

En su catálogo de proyectos, encontramos distintos espacios para cadenas hoteleras, reformas de viviendas, centros comerciales, diseño de mobiliario e, incluso, la iluminación de Navidad de la calle Serrano, en Madrid.

La importancia del color en el trabajo de Teresa Sapey salta a la vista. Su paleta de tonalidades es muy amplia, aunque sus colores siempre suelen moverse por la gama de los intensos.

“El color es una materia que moldea”, explica. “Una mesa amarilla tiene una forma que no tendrá una mesa roja o naranja. Una mesa de madera tiene una forma que no tiene el acero. Nosotros construimos con el color, y creo que lo sabemos hacer muy bien. El color te puede subir el humor o bajar; puede energizarte o puede calmarte”.

Y, entre los colores, destaca uno, seña de identidad personal y profesional de la diseñadora: su querido naranja sapey, que ha empleado en un sinfín de obras. En la entrevista que concede a idealista/news, su tono predilecto se hace palpable en el fular que viste, en sus gafas y en el enorme colgante que luce.

Y nos desvela otro de los ingredientes de sus proyectos: la luz. “La luz es la clave del éxito de todos los proyectos”, asegura. “Hay que saber gotear la luz, como con cuentagotas. Es como el aceite: si te pasas, comes una ensalada aceitosa; si te quedas corto, se queda sosa”.

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