Alejandra Aguilar es tapicera desde 2010 y sobrevive gracias a imprimir ella misma sus propios tejidos con telas de autor
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Alejandra Aguilar es tapicera. Aprendió el oficio de sus padres y desde su local en el rastro madrileño, tapiza muebles con diseños de lo más originales, utilizando telas de autor y con tejidos orgánicos y tintas no contaminantes. Una vuelta de tuerca a la tapicería original con diseños que abrazan lo artístico.

No es casualidad, porque las casualidades no existen. En el momento justo en el que escribimos este artículo, el tapicero está pasando por nuestro barrio. A poco que vivas en una ciudad mediana, seguro que encontrarás un tapicero en tu barrio o habrá uno que vaya anunciándose con el sonido del afilador.

Tapiceros hay muchos y de hecho, viendo sus tiendas nos preguntamos cómo pueden seguir viviendo en una época en la que parece que no merece la pena invertir en muebles porque total, esa marca nórdica tiene diseños funcionales a muy buen precio. Y es cierto, el mobiliario de esa marca en la que estás pensando y que no nombraremos está muy bien, pero, ¿cómo vas a tirar ese sillón que era de tu abuela? O aquella silla que resultaba tan cómoda para dormitar la siesta…

Los diseñadores e interioristas nos dicen que la tapicería está volviendo con fuerza y es cierto (te lo contábamos en este artículo) pero también es verdad que, cuando eres tapicero, es muy difícil diferenciarte del resto y ofrecer algo más que no sean tapizados de flores y rayas, que es lo que más impera en estos tiempos del mainstream. O sea, ofrecer otra cosa diferente, atrevida, divertida…

Por telas arriesgadas, poco vistas, apostó la protagonista de esta historia, Alejandra Aguilar. Primero empezó importándolas de USA, hasta que todo el mundo la copió y entonces decidió darle una vuelta de tuerca al oficio e imprimir ella misma sus propios tejidos con telas de autor. Aguilar mamó el oficio de sus padres, de hecho, se crió en el taller de sus progenitores (su madre cosía y su padre tapizaba), donde ayudaba a quitar las tachuelas a su padre. “No hija no, tú esto no que es muy duro. Pero siempre me gustó el oficio”, confiesa.

En plena crisis llevó su taller a la zona del madrileño Rastro pensando que era un buen sitio para empezar y arrancó un 14 de febrero, no lo dudamos, Aguilar es una romántica: “Al principio fue difícil, primero por enfrentarte sola al trabajo, sin el apoyo de sus maestros y porque a raíz de la crisis muchos de los clientes de sus padres desaparecieron, así que tuve que reinventarme”, explica.

Así que decidió empezó a trabajar con telas diferentes, a importar de EEUU telas que llamasen la atención y eso hizo que poco a poco la gente, no solo los anticuarios de la zona sino el visitante del fin de semana en el Rastro, pasasen por allí a hacer encargos: “La sorpresa vino porque me pedían esas telas diferentes, esa forma de tapizar alternativa, porque mezclo colores, aplico distintas técnicas… Eso fue lo que hizo que empezara a pensar en la tapicería de una forma creativa”.

 “Yo vengo del mundo del diseño y de la publicidad, de ahí mi necesidad de tener diseños diferentes. Así que al final empezamos a diseñar nuestras propias telas, primero en nuestro propio estudio, y luego la plantilla creció. Y así nacieron las telas de autor: todas las telas van firmadas por el artista que ha hecho una obra original y nosotras lo que hacemos es coger ese diseño y aplicarlo a la tela. Ahora hemos empezado también con papel pintado. Gran parte de nuestro trabajo se centra en esto, en la diferencia del tejido”, explica. Por ejemplo, uno de sus diseños más exitosos, el de Frida Kahlo, es obra de Animatonic, que lleva más de 15 años trabajando en la industria audiovisual.

Las telas vienen de la zona del Levante: trabajan con algodones orgánicos, terciopelos anti-manchas y con tintas no contaminantes. “Trabajamos con artistas que nos ceden la obra original. Hemos hecho creaciones por ejemplo, para la serie Elite, para El Deseo, (la productora de Almodóvar), Netflix, Amazon…

En La Tapicera también venden muebles reciclados: “Defendemos lo de dar una segunda vida a tu mueble”, dice. ¿Lo que menos le gusta de su oficio? “El destapizado, porque muchas veces lleva más tiempo que tapizar. A mí me gusta dejar las piezas desnudas para empezar desde cero”.

Y es que tapizar es un arte: “Cuando un cliente llega y me dice que quiere tapizar una silla le pregunto qué tipo de silla. Para los clientes todas las sillas son iguales, pero no es el caso, no hay una silla normal. Hay que diferenciar si es un bastidor (que se desatornille y se quite el asiento), si tiene cincha, si tiene tachuelas…”. Lo primero que hace es ver con el cliente qué es lo que quiere. Una vez elegida la tela, se destapiza. Normalmente, el relleno suele estar mal y toca sanear todo lo malo. “Si no se puede desatornillar el asiento, si no se puede quitar, tapizo directamente en la madera”.

¿Cuánto tiempo puede llevar una pieza? “Un bastidor cambiando cincha y poniendo goma nueva te puede llevar unos 40 minutos. Una silla, depende, si hay que cambiar todo, 4/5 horas mínimo”.

En La Tapicera venden también unos bolsos realizados por las costureras de Apramp bajo la marca Bendito Bolso. Una forma original de llevar encima estas bonitas telas.

 

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1 Comentarios:

John
19 Noviembre 2019, 22:18

¡Bravo!

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