
Esta semana recalamos en una comunidad autónoma cuya riqueza arquitectónica está pendiente aún por descubrir para muchos españoles, Aragón. Magníficos edificios del pasado y fascinantes diseños de aires futuristas conviven con naturalidad –y con la naturaleza– en estos territorios. Desde la Estación Internacional de Ferrocarril de Canfranc y el Real Monasterio de San Juan de la Peña, en Huesca; a la escalinata del Paseo del Óvalo, en Teruel, ciudad en la que es una delicia pasear entre las numerosas expresiones de art decó que atesoran sus calles.
Y en Zaragoza, junto a joyas centenarias, como el Palacio de la Aljafería, hoy sede de las Cortes de Aragón, y actuales como el World Trade Center Zaragoza o el CaixaForum, sería un crimen perderse las muchas delicias que dejó la Expo 2008, como el Pabellón Puente Zaha Hadid, la Torrel del Agua o el propio Pabellón de Aragón. Entre tan sugerentes propuestas, hemos querido mirar más a fondo un hito de cada una de las provincias.
Centro de Arte y Naturaleza, Huesca

Tras las sucesivas donaciones de obras de arte de la colección que el pintor José Beulas y su mujer María Sarrate comenzaron a reunir a partir de la década de 1950, la fundación que lleva su nombre comenzó a ver necesaria la creación de un museo que permitiese dar a conocer tan rico legado. Así fue como nació, en 2006, el Centro de Arte y Naturaleza (CDAN), que tras década y media de historia se ha convertido en un referente del arte y la cultura contemporánea de Aragón. Está situado en Av. del Dr. Artero, s/n.
El CDAN nació con la ambición de que arte y naturaleza no solo estuviesen unidos en su denominación, sino también en el edificio que habría de albergar todos sus fondos. El proyecto se puso en manos del prestigioso Rafael Moneo, quien concibió el espacio como un “volumen ondulado y fluido” que domina la escena, acompañado de una serie de construcciones complementarias, formando con ello “un perímetro roto y fragmentado, de volúmenes autónomos”.

El edificio no sólo no interfiere en el paisaje sino que, de hecho, se inspira y se implica en él. Así, las líneas algo barrocas y dispares de la construcción, toman como referencia “la idea de la forma inesperada que va dando el tiempo al paisaje, como sucede en los Mallos de Riglos o en el Salto de Roldán, accidentes geográficos protagonistas del paisaje oscense que inspiraron al arquitecto y que no ha pretendido interferir en el paisaje, sino integrarse en él”, según explican desde el propio CDAN.
Al observarlo, más que un edificio parece que estemos ante una escultura de sinuosas curvas y ángulos singulares que logran ofrecer los más diversos efectos de luz. El cielo, la tierra, el agua, la aridez… todos los elementos naturales que rodean a la construcción parecen mimetizarse con sus materiales y sus líneas, hasta el punto de convertir al edificio en naturaleza y a esta, en arquitectura. Por derecho propio, este diseño se ha convertido en un referente de la arquitectura del siglo XXI.

Solo Houses, Teruel

Con la elección de este diseño (estos, mejor dicho), tal vez nos apartamos del espíritu original de esta serie de revisión de joyas arquitectónicas actuales, pero el atractivo del proyecto hace muy difícil pasarlo por alto. Hablamos de la mayor muestra de arquitectura residencial y experimental de Europa: quince chalets y un hotel boutique firmados por algunos de los estudios más vanguardistas de todo el mundo, como los del japonés Sou Fujimoto, la holandesa Anne Holtrop o la mexicana Tatiana Bilbao. Todo ello, escondido entre las montañas de la cuenca del Matarraña, en la sierra de Teruel. Se encuentra en Cretas, Parque Natural des Ports.

La iniciativa Solo Houses nace de la mano de los galeristas parisinos Eva Albarrán y Christian Bourdais, que llevan dos décadas combinando sus dos grandes pasiones: el arte contemporáneo y la arquitectura. Así fue como, en 2012, decidieron poner en marcha el proyecto Solo Houses, bajo la premisa de que la unión de arquitectura y paisaje puede generar un nuevo estadio de arte. De este modo surge una experiencia única que permite al visitante disfrutar de una serie de diseños fascinantes completamente mimetizados con el entorno.

Los galeristas dieron plena libertad a los estudios de arquitectura seleccionados para concebir sus viviendas, y fruto de ello ha sido una selección de diseños a cada cual más sorprendente. Es el caso de la casa circular del estudio belga Office KGDVS (ganador del León de Plata de la 12ª Bienal de Arquitectura de Venecia), en la que cada habitación tiene vistas impagables del bosque, todas alrededor de un patio con piscina. Esta es una de las dos construcciones ya terminadas, junto a la firmada por Mauricio Pezo y Sofía Von Ellrichshausen, quienes han creado una residencia que resulta, en realidad, un envidiable mirador sobre la reserva natural, construido a modo de plataforma para dar la sensación de estar suspendidos en el aire.
En cuanto a la decoración, en su mayor parte corre a cargo de los respectivos estudios de arquitectura, que apuestan por el sintetismo para lograr que cada elemento elegido refuerce y potencia la concepción original del diseño.

Pero no son solo edificios los que podemos encontrar en este enclave tan singular. Escondidas entre los árboles hay diversas obras de arte a cargo de renombrados creadores, como el laberinto de ladrillo perforado firmado por el mexicano Héctor Zamora dentro de su conjunto de piezas Truth always appears as something veiled, que plantea una curioso juego reflexivo entre lo oculto y lo abierto.
Palacio de Congresos de Aragón, Zaragoza

Este fabuloso edificio, ya todo un emblema de la ciudad y que destaca por su envergadura –con 22.285 metros cuadrados de superficie construida (17.700 útiles) y una altura máxima de 34 metros–, fue uno de los hitos de la Muestra Internacional Expo 2008 de Zaragoza. Su perfil quebrado y variable, reflejo del diálogo con sus diferentes espacios interiores, ofrece una expresión constante de luminosidad natural gracias a las paredes translúcidas de la fachada, que alternan frentes acristalados y celosías metálicas, y mantienen el interior con una constante y rica iluminación. Se encuentra en Avenida de las Ranillas, s/n.
Este Palacio de Congresos de Aragón surge de una plataforma artificial, un terreno horizontal sobreelevado cinco metros respecto a su cota natural, en la que se asienta el recinto de Expo 2008. Los tres cuerpos principales que albergan los espacios esenciales –auditorio, sala de exposiciones y salas modulares–, quedan conectados entre sí a través de un gran vestíbulo común capaz de relacionar los distintos ámbitos. Por otro lado, una amplia planta subterránea alberga las áreas de carga y descarga, instalaciones, camerinos, almacenes y cocinas, que hacen posible el correcto funcionamiento de un centro de estas características sin interferir con los espacios públicos del edificio.

“Geometría, estructura y construcción forman parte en esta propuesta de un mismo concepto combinatorio”, explican desde Nieto Sobejano Arquitectos, estudio responsable de este diseño: “La obligada necesidad de una rápida ejecución de la obra supuso la razón de su propia concepción arquitectónica. Una estricta modulación geométrica, la preferencia por el uso de sistemas constructivos prefabricados susceptibles de ser repetidos, la elección de una solución estructural basada en jácenas metálicas de grandes luces y finalmente, la voluntaria contención en la paleta de materiales, son todos ellos argumentos de una estrategia que permitiera afrontar los condicionantes estructurales y constructivos de una rápida ejecución”.
Para la cubierta se emplearon paneles prefabricados de hormigón blanco reforzados con fibra de vidrio y piezas cerámicas con acabado esmaltado y mate. En este sentido, la imagen del edificio sugiere una transición gradual entre los distintos matices de los materiales empleados. Por otro lado, en los espacios interiores encontramos revestimientos de metal y hormigón junto con divisiones de vidrio para no dejar de potenciar la luminosidad.

En ese sentido, el brillo y la claridad que preside la imagen del edificio durante el día encuentra su contrapunto en la noche, cuando el Palacio de Congresos “aparece como un paisaje de luz sólida emergiendo del terreno: metáfora de la condición inmaterial que –tal vez inconscientemente– imaginamos desde un principio para este edificio”, concluyen los autores del proyecto.
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