La Fundación Contemplare se encarga de colocar los productos elaborados en los conventos y hacerlos llegar a cualquier punto de España. Entrevistamos a su directora
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Lucía Martín (Colaborador de idealista news)

Hace unas semanas se celebró una feria de dulces monacales en el centro de Madrid, aprovechando el puente de diciembre en el que muchos turistas visitan la ciudad (de hecho este año había alerta negra debido a la afluencia del público en la capital). Muchos fueron los que aprovecharon la ocasión para hacerse con unas delicias hechas con mimo: mantecados, nevaditos, mazapanes, polvorones, turrón… Y al parecer, se formaron colas y colas para  comprar estas delicatessen que hombres y mujeres que dedican sus existencias a la vida contemplativa, elaboran de forma artesana y con ingredientes naturales.

La feria fue organizada por la Fundación Contemplare, una organización también conocida como el “Amazon de los monasterios” puesto que desde su creación ha ayudado a más de 120 conventos a llevar sus creaciones a cualquier punto de la geografía española. Su directora, Alejandra Salinas, nos introduce en la vida de los conventos y nos cuenta cómo trabaja la Fundación.

Exterior
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¿Qué hace la Fundación Contemplare?

La Fundación Contemplare es un proyecto que nace de la iniciativa de unos laicos, cada uno tiene su trayectoria, pero lo que nos une es un interés, una fascinación por la vida contemplativa. Hemos tenido nuestros trabajos, hemos comprendido cómo hay que trabajar, cómo se trata a un cliente y queremos ponernos al servicio de los contemplativos que se han retirado del mundo, facilitarles todas las cosas mundanas. Hacer de puente.

Empezamos a preguntar a unos y otros qué necesitaban y el denominador común era ayudarnos a vender nuestros productos, a vender la artesanía, el fruto de las horas de trabajo. Ellos tienen una cadencia de vida que es ora et labora. Básicamente su vida es oración, pero tienen unas horas de trabajo porque es un orden establecido. Elaboran una serie de productos artesanales hechos con mucha delicadeza, con mucha excelencia. Por otro lado tienen una realidad: tienen que sobrevivir y tienen que pagar una serie de facturas.

Productos en venta
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¿Cuáles son los principales gastos de un convento?

Los monasterios tienen que pagar la Seguridad Social como autónomos. Cada monje, cada monja, es autónomo, entonces tiene que pagar la máxima cuota. En los monasterios, donde hay jóvenes y mayores, la pensión de los mayores compensa a los jóvenes, pero muchas veces, cuando es un monasterio que tiene muchas vocaciones, se descompensa y claro, es un pago mensual. Y luego los suministros, la calefacción, la electricidad, todo eso ha subido. Pero a ellos, que viven en estos edificios muy antiguos, siempre son facturas más importantes, aunque calientan solo una pequeña parte y pasan mucho frío, pero aún así son facturas muy altas. Esos son los gastos fijos, pero después tienen los gastos extraordinarios: se cae la bóveda, el claustro tiene un problema de filtración de agua.... Y claro, son gastos extraordinarios importantes porque son edificios antiguos,  joyas de nuestro patrimonio y ellos son custodios de esas joyitas. Entonces tiene sentido que todo el fruto de su trabajo se pueda llevar al mundo y con eso pagar esas facturas. Y ahí es donde nos centramos. Porque comer, comen, tienen huertos, tienen vecinos que les ayudan y porque también pueden recurrir al Banco de Alimentos.

Tienda
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 ¿Cuánta gente forma parte de la Fundación?

Fijos somos cuatro pero no podríamos funcionar si no fuera por la cantidad de voluntarios que se suman, cada uno poniendo su talento al servicio de este proyecto.

¿Con cuántos monasterios estáis trabajando?

Tenemos relación con poco más de 120, de una manera o de otra, no todos los monasterios elaboran dulces, no todos elaboran productos para vender. A veces están en un proyecto que quieren cambiar  de producto y les asesoramos. Es una relación que se fragua a fuego lento. Al principio hay una llamada, una primera toma de contacto. No lo hacemos de forma sistemática, con un listado, a ver los monasterios de esta zona…. Lo hacemos por boca a boca, el boca a boca de una persona que está en un pueblo, que tiene relación con un monasterio, o de un sacerdote pero siempre hay alguien que nos introduce.  A los monasterios les han engañado tanto, parece mentira, pero es así… no se fían. Y entonces hay que ir poco a poco, el primer pedido, cómo funciona, y entonces están muy nerviosos hasta que les llega el pago. Y poco a poco se fragua una relación que es muy interesante, muy estrecha, de una confianza absoluta, total, la confianza no como la entendemos en el mundo sino como la entienden ellos. Y eso es muy especial.

Habla de engaños, ¿de qué tipo?

Pedidos que no se pagan. Engaños. Ellos trabajan mucho la pureza de la relación, es como un niño, es lo bonito del asunto, tienen una relación muy verdadera y entonces la gente se aprovecha.

¿Cuándo surge el concepto del Amazon de los monasterios?

El concepto surgió cuando, con la pandemia, había el problema de que los monasterios, algunos estaban en sitios turísticos y donde iban a los tornos a comprar y les iba muy bien, de repente cero. Entonces esto genera un agobio muy grande. ¿Qué pasa? Que hay otros que están en sitios que no son tan turísticos, que también sufren de lo mismo. Entonces desarrollamos la web, como un marketplace. Se facilita esa logística que a lo mejor en el monasterio pues solo llegarían a comprarle al torno, pero con esto puede llegar a todos lados y así se mueve y se va conociendo en todas partes. Y también la idea de la web es que cuando entres puedas ver todas las maravillas que hay.

Dulces
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¿Qué es lo más vendido?

Diría que el polvorón es un producto muy vendido. La receta inicial del polvorón nació en un monasterio. Pero también mazapanes, los quesos se venden muchísimo y las mermeladas también.

Cremas
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¿Cuánto se lleva el monasterio de lo que vende?

Se llevan el 100%. Ellos preparan el pedido, lo dejan en el torno, lo recogemos y nos ocupamos de la logística. A veces lo envían ellos con sus transportes, pero siempre nos mandan la factura, O sea, nos ocupamos siempre porque la idea es que ellos no tengan que preocuparse desde el momento en que el producto está en la caja y embalado, y a partir de ahí nosotros nos pegamos para encontrar la forma de de canalizar las ventas.

Dulces monacales
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¿Cómo son los monjes y las monjas?

Cada convento, cada monasterio, es único. La edad es avanzada, es verdad que hay pocas vocaciones, pero también hay otros monasterios que están boyantes de vocaciones y en general solemos escuchar los titulares negativos y los positivos se escuchan menos. Y también los hay.  Gente que tiene carreras. Gente que tiene un carrerón y la vida montada y de repente un día caen en la cuenta de que en realidad quieren dedicarse a la vida contemplativa y lo dejan todo. Hay historias muy impresionantes. Gente joven, gente muy formada. Hay también monjes y monjas muy mayores que llevan 40 años en el convento y que son personas que vale la pena conocer porque son de una gran profundidad y de una gran sabiduría. Alguien que lleva 40 años en un monasterio, cuando te mira te atraviesa y eso es brutal. O sea que generalizar es muy difícil porque cada monasterio tiene algo. Y algunos tienen monjas extranjeras que vienen con una fuerza brutal. He conocido a monjas que decían vengo de Kenia, de un país donde no existe esta vocación, entonces me he venido a España para poder cumplir con este deseo. Eso es una persona de una gran valentía, una persona muy profunda, con mucha vida interior.

Colémonos por la cerradura de cualquiera de ellos, ¿cómo es un día cualquiera, su rutina?

Pues también varía mucho de convento a otro, no se puede generalizar. Se levantan relativamente temprano, rezan. Tienen sus momentos de oración que son muy concretos en el día, marcados muchas veces por la campana. Luego tienen sus horas de trabajo y en esas horas pues también rezan, rezan mientras trabajan o están en silencio. He asistido a veces al momento del almuerzo en el refectorio, la mayoría de las veces es en silencio. Entonces hay una de las monjas que lee una lectura que se ha elegido para ese día por algo en concreto, un tema que te hace reflexionar mientras comes. Luego tienen la Eucaristía. En muchos casos puedes unirte si estás en la hospedería, porque van al coro y están rezando. Y luego tiene el momento de recreo, que es cuando se sientan y ya están más relajados, hablando. Entonces comentan las cosas, se ríen mucho y luego tienen momentos de silencio total. Que son muy sobrecogedores. Y otra cosa impresionante cuando vas a un monasterio es que no paran. O sea, claro, tienen que arreglar cosas, no sé soldar, que normalmente a lo mejor llamarías a alguien, pues ellos tienen que ocuparse de millones de cosas. Entonces ahora voy a tal, ahora el papeleo de no sé cuál…

¿A qué hora se acuestan?

 Pronto, a las nueve o las diez se retiran, aunque a veces te mandan emails tarde. 

¿Se enteran de lo que pasa fuera?

No, en general no. Alguna vez comprendes que algo han visto en la tele, pero en general están bastante desconectados.

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