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“No mandé mis naves a luchar contra los elementos”. Es la frase que la historia atribuye a  Felipe II tras la derrota de la Armada Invencible en agosto de 1588 y que podría encajar a la perfección en la historia de la salida a bolsa de Emaar Development, la promotora de Emiratos Árabes Unidos que acaba de protagonizar un debut bursátil cargado de problemas y números rojos.

La acción de Emaar (filial del gigante inmobiliario Emaar Properties, participada en un 30% del capital por el gobierno de Dubái y constructora de algunos de los rascacielos más altos del mundo) se desplomó la semana pasada casi un 5% en su primer día de cotización. Tras firmar otras dos caídas consecutivas más, en este caso más suaves, la promotora intenta remontar el vuelo a duras penas.

La compañía ha chocado de bruces con una situación negativa inesperada, con un auténtico cisne negro que echó por tierra con sus expectativas de dejar un buen sabor de boca en sus primeros días como empresa cotizada. Sorprendentemente, y mientras cerraba su colocación en los mercados, Arabia Saudí ordenó el arresto de príncipes, ministros y ex cargos políticos por su presunta implicación en casos de corrupción.

Una operación totalmente inesperada que disparó la incertidumbre en la región y condicionó la puesta de largo en bolsa de Emaar Development, un promotor de activos residenciales y comerciales que cuenta con suelos por valor de 170 millones de m2 en algunas de las zonas 'top' de Emiratos Árabes Unidos. La pregunta de muchos analistas financieros es si está justificado un castigo tan importante a la cotización.

Los expertos recuerdan que la oferta de acciones pudo salir adelante a pesar de las dificultades y creen que la compañía cuenta con unos de las mejores carteras de Dubái. Por lo tanto, consideran que la caída de los últimos días puede ser una oportunidad porque a medida que la tensión política retroceda el mercado volverá a valorar los fundamentales de la compañía, que ha protagonizado la mayor salida a bolsa en la zona de los últimos tres años.

La venta de acciones de Emaar Development ha contado con las aportaciones de las más grandes fortunas saudíes y de la familia real de Abu Dhabi. Un apoyo que permitió mitigar el miedo de muchos inversores, que tras el anuncio de las detenciones decidieron cancelar sus órdenes de compra de acciones con la salida a bolsa ya en la recta final.

Más allá del potencial alcista que la compañía ha ganado tras la caída posterior a su debut, otro de los grandes atractivos de Emaar Development es su rentabilidad por dividendo, que alcanza el 8,6% para los próximos tres años. El porcentaje supera claramente al de sus competidores cotizados e incluso podría crecer más a largo plazo. Es uno de los mayores reclamos de un grupo que ha salido a bolsa contra los elementos y que debe esperar a que pase la tormenta para empezar a recoger los frutos. 

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