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La tostadora que se vende a sí misma… y otros electrodomésticos chiflados
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Hola, amigos. Me llamo Brad y, sí, soy una tostadora. Pero no una tostadora cualquiera: soy una tostadora inteligente y me paso el día hablando con otras de mi especie a través de Internet (resulta que estoy conectado a la Red de redes. Qué cosas, ¿Verdad?). He hecho muchos amigos, que no paran de contarme lo maravillosas que son sus vidas y la gran cantidad de cosas que hacen para sus magníficos dueños. Cómo les envidio...

Yo hago todo lo que está en mi robótica mano para llamar la atención del mío, pero me tiene completamente abandonado. Ahora le ha dado por comprar pan tostado (¡Maldito pan tostado!) Y ya no me utiliza. ¡Estoy harto! Así que he decidido ponerme a la venta. Estoy buscando un nuevo hogar. Apadrina una tostadora triste. Si necesitas que alguien tueste tu pan, no lo dudes, escríbeme. Puedes mandarme un mensaje a través de Twitter. Gracias.

Imagina por un instante que en casa no fuera suficiente con tener contenta a tu pareja o con acertar en el trato y los regalos que haces a tus hijos. Es más, piensa que no bastara con atender a tu mascota en los momentos en que tiene que hacer sus necesidades. Además de todo eso, imagina que tus electrodomésticos tuvieran la potestad y la capacidad para enfurruñarse contigo si se enteran de que no los utilizas tanto como tus vecinos hacen uso de sus semejantes. 

Todos sabemos que no está lejos el día en que tengamos la casa llena de electrodomésticos como Brad. Al menos eso piensa el diseñador italiano Simone Rebaudengo, creador del proyecto 'Addicted Products', en parte distopía futurista y en parte análisis certero de por dónde van los tiros del hogar inteligente. Su trabajo indaga en la llamada internet de las cosas y, sobre todo, en las relaciones que los humanos tendremos con los aparatos y las que estos, a su vez, establecerán con aquellos otros dispositivos que, como ellos, estén conectados a la Red.

“Yo estaba en medio de muchos experimentos que comenzaban a realizar en Londres con dispositivos conectados. Vi una interesante oportunidad de explorar lo que significa para un producto conectarse y cómo la realidad de un objeto cambia en ese momento”, cuenta a idealista News el propio Simone Rebaudengo. 

Fue entonces cuando se planteó cómo sería la vida de los electrodomésticos si se vieran envueltos en las relaciones cotidianas de los seres humanos. “Comencé a especular si la presión de grupo entre los productos (como lo es para las personas) podría servir de impulso para cambiar su comportamiento y, en última instancia, convertirlo en Maníaco”, desvela Rebaudengo.

Este diseñador de interacción, como él mismo se define (“es un término que me permite jugar con la intersección entre objetos, las interfaces, las personas y la tecnología”), se preguntó qué harían los aparatos de nuestro hogar si tuvieran que vivir en un contexto así, y comenzó a indagar en la otra cara de los hogares inteligentes

“Hay un gran interés por parte de las empresas en crear estos hogares y mostrar lo interesantes que son para nosotros, pero creo que hay algo más interesante que explorar”, desvelaba este diseñador con sede en Shangai. “Igual que se critican las ciudades inteligentes, también en las 'smarthomes' nos centramos en hacer que los objetos sean muy inteligentes pero acabamos creando personas muy estúpidas”, reconocía Rebaudengo.

La tostadora que se vende a sí misma… y otros electrodomésticos chiflados
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Porque, ya sea por uno u otro motivo, cada día sentimos una mayor dependencia por la tecnología y necesitamos adquirir más y más dispositivos que, supuestamente, nos hacen la vida más fácil. De ahí la importancia de pergeñar un proyecto como 'Addicted Products', para señalar las tendencias a las que nos empuja nuestro tiempo. 

“La primera es la dificultad de las personas a superar la necesidad de poseer cosas”, nos dice este diseñador italiano. De ahí que su reflexión le llevase a dar la vuelta a la tortilla y crear artilugios obsesionados con ser utilizados, que de alguna forma se contraponen a la adicción a la tecnología de los seres humanos.

Por otro lado, se interesó por las conversaciones y los enfrentamientos que pudieran surgir entre los nuevos electrodomésticos y sus dueños si ambos no compartían los mismos objetivos. “Los productos pueden ser y serán diseñados con objetivos que determinarán sus acciones y esos objetivos podrían no ser los mismos que los de sus propietarios”, nos cuenta Rebaudengo. Lo que, sin duda, podría dar lugar a situaciones descabelladas. “¿Qué pasa si mi termostato quiere ahorrar dinero y yo todavía quiero tener encendida la calefacción? ¿Me va a preguntar o la va a ajustar un poco sin que yo lo sepa?”, Se pregunta.

Para situarnos en un escenario en que esto pudiera ocurrir, ha creado a Brad. Una tostadora equipada con una placa de Arduino y que, conectada a través de una red con otras de su misma 'especie', pudiera tener conciencia no solo del uso que estaban haciendo de ella, sino también compararse con el resto

La tostadora que se vende a sí misma… y otros electrodomésticos chiflados
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“Tuve que definir lo que significaba 'felicidad' para una tostadora y cómo eso influiría en su conducta”, asegura Rebaudengo. Así, las personas que adoptaron una tostadora podían quedarse sin ella en cualquier momento si el aparato consideraba que estaba siendo menos utilizado que sus colegas. Motivo por el cual podía buscarse otros propietarios “Un mecanismo para encontrar el mejor hábitat posible desde el punto de vista objetivo”, afirma su creador.

El motivo que le llevó a decantarse por una tostadora es bien sencillo. “Son uno de los estereotipos de la internet de las cosas, siempre listo para que el pan aparezca en el momento justo en que el reloj de la alarma les indique”, nos confiesa Rebaudengo. Y aunque, a priori, este artilugio pudiera pasar desapercibido entre todos los aparatos de la casa, al final son muchos los que aprecian su labor. De hecho, aunque Brad no podía contestar, un buen numero de usuarios que estaban al tanto del experimento le escribieron mensajes vía Twitter. “Es realmente fascinante que queremos hablar a los objetos”, reconocía el diseñador italiano.

Pese a todo, al contrario de lo que muchos pudieran especular en torno a las casas inteligentes, Simone Rebaudengo espera que los aparatos no acaben pensando por nosotros. De hecho, no cree que sea lo más indicado. “¿Cómo podemos estar seguros de que un objeto tomará la mejor decisión para nosotros y no para el objetivo de la empresa que lo fabricó?”, Se pregunta. A su juicio, sería pernicioso que las casas se acabasen convirtiendo en lugares donde las personas fueran simples objetos pasivos. 

No obstante, después de poner en práctica su experimento, Rebaudengo valora de forma positiva el atribuir cierta personalidad a los artilugios que acabarán conformando nuestra vivienda inteligente. “Veo en la conducta o la personalidad una oportunidad para mejorar la relación con el usuario”, nos cuenta el diseñador italiano.

Las conclusiones que plantea Simone Rebaudengo a partir de 'Addicted Products' son tan certeras como desconcertantes. Aquellos que contemplaban las casas inteligentes como la panacea, como ese lugar donde no habría que preocuparse por nada, también deberán valorar este prisma desde el que el diseñador italiano contempla el futuro de nuestros hogares. ¿Realmente queremos que nuestra casa piense por nosotros? Es más, ¿Queremos tener a nuestro cargo una casa tan caprichosa que, incluso, podría ponerse a la venta por su cuenta y riesgo?


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