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Cuando la familia crece y la casa se queda pequeña, una opción habitual (si la situación de la vivienda y el bolsillo lo permiten) es hacer una reforma para añadir alguna estancia a la distribución original o agrandar las existentes. Sin embargo, cuando el domicilio se encuentra más allá de la atmósfera terrestre, la cosa se complica un poco más.

Cualquier arreglo en la Estación Espacial Internacional (EEI) lleva años de trámites, pruebas e intrincadas maniobras para ajustar los módulos adicionales. Por eso, para ahorrarse complicaciones, los ingenieros de la empresa espacial Bigelow Aerospace han desarrollado para la NASA un habitáculo hinchable que transportar al espacio y adherir a la enorme estructura cósmica.

Si te estás imaginando una mezcla entre una tienda de campaña y una colchoneta playera, tendrás que cambiar un poco el concepto: el llamado Bigelow Expandable Activity Module (BEAM) pesa 1.400 kilogramos, no tiene ventanas y está compuesto por dos láminas metálicas, una estructura de aluminio y diferentes capas de otros materiales blandos.

El módulo, que llegó a la EEI recientemente a bordo del carguero Dragon, ha fallado en su primer intento de expandirse, pero la NASA seguirá intentado inflarlo completamente para que los astronautas puedan probar las instalaciones. No dormirán en ellas, sino que están diseñadas para realizar experimentos sobre fisiología humana y radiación espacial,  además de comprobar su resistencia a los meteoritos y basura espacial.

Aunque dado su tamaño –abierto mide tres metros de diámetro y ocupa 16 metros cúbicos en volumen−sería imposible expandir el cubículo dentro de casa, la agencia espacial estadounidense se las ha ingeniado para que podamos tener una modesta versión del hábitat en nuestras manos.

bigelow aerospace, LCC
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El sustitutivo es un modelo de papel que puede montarse haciendo papiroflexia, así que lo han bautizado acordemente: el prototipo se llama origaBEAMi. Con poco esfuerzo (aunque muchas dobleces) puedes conseguir una pieza bastante más original que las típicas pajaritas a las que estamos acostumbrados.

El dibujo está disponible en la web de la NASA (aquí), listo para descargar e imprimir, lo mismo que los “procedimientos de montaje para la tripulación terrestre”. 

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Los creadores de estos planos caseros han querido ponernos en situación, dirigiéndose a los usuarios como si fueran auténticos trabajadores de la NASA. Además, señalan las partes más difíciles del proceso con un signo de alerta y advierten que tengamos cuidado con los filos cortantes del papel, aunque tampoco hace falta usar guantes espaciales.

Otro aviso de precaución indica que debemos doblar los bordes con precisión y exactitud, pues corremos el riesgo de sufrir una filtración en nuestro módulo habitable. “La seguridad es lo primero”, sentencian.

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Después de ocho pasos (hay 11 en total), casi habrás terminado tu "proyecto origaBEAMi", así que debes "asegurarte de completarlo con entusiasmo". Las últimas etapas son las más difíciles, pues incluyen el inflado de la estructura de papel y las primeras comprobaciones.

Hinchar el origaBEAMi resulta, no obstante, bastante más sencillo que expandir el original en el espacio, pues en su versión terrestre basta soplar a través de un pequeño orificio. Una vez ha alcanzado el volumen suficiente, sus creadores nos aconsejan mirar dentro para para asegurarnos de que “el miembro de la tripulación habita el módulo de forma segura en microgravedad”.

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Si todo ha ido bien, la diminuta figura de color azul que representa un astronauta permanecerá sana y salva dentro del habitáculo de papel. Habrás cumplido la misión y, como dicen las instrucciones, “tu BEAM está activado y listo para funcionar”.

Afortunadamente, e incluso para los menos manitas, completar este proyecto no lleva tanto tiempo como construir uno original. La NASA planea utilizar este tipo de módulos inflables desde los años 60, cuando comenzó a trabajar en la tecnología. Ya en los 90, comenzó un proyecto para fabricar y probar habitáculos hinchables, pero la iniciativa nunca llegó a buen puerto.

En la década del 2000, la empresa Bigelow Aerospace, responsable del actual prototipo, compró las patentes a la agencia espacial estadounidense para continuar desarrollando los cubículos. Creen que resultan útiles no solo para alojar a los astronautas y compañías que viajen a la EEI, sino también para futuros turistas espaciales. Para entonces, algunos terrícolas ya dispondrán de su propio BEAM (aunque sea en papel). 

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