
“La recién construida Forest City, que comprende cuatro islas artificiales que abarcan 30 km2, será una ciudad futurista inteligente y ecológica que combina medio ambiente, tecnología y tecnología de vanguardia para crear un ecosistema espacial ideal, idílico e impulsado por la tecnología para vivir y trabajar. Esta es una oportunidad única para ser parte de este dinamismo, donde las industrias pueden beneficiarse de políticas pro-empresariales e incentivos gubernamentales exclusivos de Forest City”. Con esta carta de presentación, que podemos leer en la página web del proyecto, podríamos pensar que estamos ante uno de los hitos más importantes del mundo inmobiliario y de los negocios.
Aunque esa era la intención, nada más lejos de la realidad, al menos así es por ahora, desde que el proyecto se anunció por primera vez en 2006, levantando unas grandes expectativas, pero también agrias polémicas. Unas controversias que han tenido como protagonistas al gobierno de Malasia, lugar en el que se ubica, y Country Garden Pacificview Sdn. Bhd, una empresa que forma parte del grupo Country Garden Holdings, una prominente empresa inmobiliaria China, que recientemente ha sido noticia por encontrarse en una grave situación de crisis.
Cuatro islas artificiales en terreno ganado al mar
El proyecto aspiraba a convertirse en una referencia para muchas industrias clave en un contexto de consolidación de la comunidad de la ASEAN y la iniciativa china de la Franja y la Ruta. Para materializarlo, el proyecto se concibió como un conjunto de cuatro islas artificiales, con terreno ganado al mar, “creando un paisaje urbano y elementos clave para fomentar un entorno de vida excepcional”.

Con una inversión de 100 millones de dólares, sus promotores se enorgullecen de crear el modelo de ciudad del futuro y verde, con bajas emisiones de carbono, con un enfoque en la sostenibilidad y eficiencia energética con tecnología de vanguardia para mejorar todos los aspectos de la vida urbana, ofreciendo un estilo de vida gratificante, fomentando la diversidad cultural de sus residentes y preservando un rico patrimonio. De hecho, exponen con orgullo el premio como ‘Global Green Smart City’ concedido en 2019 en el Foro Global sobre Asentamientos Humanos (GFHS).
Pero la realidad parece ser otra. Y es que, a pesar de las expectativas, este lugar ha sido clasificado como una ‘ciudad fantasma’. Con apenas un 15% de su desarrollo completo, los testimonios, muchas veces a través de las redes sociales, afirman que de este lugar emana una atmósfera extraña, en el que la sensación de abandono es total. Algo que se puede observar, por ejemplo, en la playa desierta, en un parque infantil en mal estado, en un automóvil antiguo oxidado y en unas solitarias señales de advertencia del peligro de nadar por la posible presencia de cocodrilos. Y de noche, la oscuridad total, salteada por unas pocas luces en las escasísimas viviendas ocupadas en las altas torres que se comenzaron a levantar en 2015.
Covid y crisis inmobiliaria en China
Es cierto que el proyecto se enfrentó a desafíos desde el principio. Construido sobre islas protegidas ambientalmente, la iniciativa generó rechazo debido a su impacto en el entorno natural. Además, los precios excesivamente altos -en principio, alrededor de 1 millón de dólares por vivienda- para los habitantes de las zonas próximas, con ingresos insuficientes para adquirir una de ellas y la crisis inmobiliaria china también contribuyeron a la frenada del proyecto.

A ello, se unieron las restricciones de visado impuestas por el gobierno malasio para compradores chinos y el impacto de la pandemia de COVID-19, que afectaron negativamente la afluencia de residentes. Todo ello, sin olvidar los problemas del mercado inmobiliario chino, que tras de años de préstamos desenfrenados por parte de los desarrolladores, hizo que el gobierno, ante el temor de una nueva burbuja e impusiera límites estrictos en 2021.

Deuda monumental y un futuro incierto
La empresa detrás de Forest City, Country Garden, ahora enfrenta una deuda masiva de 200.000 millones de dólares. En octubre, ya se vio obligada a abandonar dos proyectos en Australia, vendiendo un desarrollo inacabado en Melbourne y otro en Sídney. Y también fue incapaz de pagar los intereses de un bono en dólares por primera vez en la historia, según informó Bloomberg.
Aunque cuenta con el apoyo del gobierno actual de Malasia, no son pocos los analistas que cuestionan la viabilidad del megaproyecto, sobre todo, porque el retraso más que evidente y las restricciones al crédito para este tipo de actuaciones no permiten establecer un plazo firme y serio para que todo esté acabado. Además, se ha generado un importante descontento ya que la situación ha generado una depreciación de los bienes inmobiliarios que los primeros compradores adquirieron en su momento. Pero, a pesar de todo, y contra todas las evidencias, Country Garden insiste en que el proyecto es "seguro y estable" y que su operación en Malasia "funciona como de costumbre".

Con la situación en este punto, el destino de Forest City, como el de muchos proyectos inmobiliarios en China, está en gran medida en manos del gobierno chino. Con informes de que Country Garden podría recibir apoyo financiero, la incertidumbre persiste sobre si este ambicioso sueño urbano se completará de forma íntegra (lo que ocurriría, como mínimo hacia el año 2045) o permanecerá como un ejemplo más de un sueño inmobiliario que el ser humano fue incapaz de gestionar. El tiempo lo dirá.
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