
La India posee una de las tradiciones artesanales más antiguas del mundo que van desde los intrincados bordados textiles hasta el trabajo en piedra, metal o madera. Esta destreza manual ha sido, durante siglos, una forma de expresión espiritual, cultural y estética. En la arquitectura, esta riqueza artesanal se puede encontrar en las fachadas de viviendas y templos, donde se entrelaza lo funcional y lo simbólico.

A día de hoy, algunos arquitectos indios están recuperando y reinterpretando estas técnicas para dar respuesta a los retos contemporáneos. Un ejemplo fascinante de esta tendencia lo encontramos en Pennyroyal Tea, una vivienda familiar en Chennai que es un homenaje vivo a las manos que la construyeron.

Un recorrido sensorial
Ubicada en Chennai (Tamil Nadu), Pennyroyal Tea es una casa familiar de dos plantas diseñada por el estudio de Bengalore Multitude of Sins en la que alrededor del 80% del mobiliario, luminarias y arte fue diseñado específicamente para este proyecto. Bajo la dirección de Smita Thomas, fundadora del estudio, más de 200 artesanos de todo el país colaboraron en la creación de un universo visual y táctil lleno de matices.

La experiencia es ceremonial ya desde el primer paso. El acceso a la casa se realiza por unas majestuosas puertas dobles de madera talladas con motivos florales por artesanos de Uttar Pradesh y Karnataka. Ese acceso desemboca en un vestíbulo de doble altura, presidido por un mural lila y malva que simula franjas de tela. Una lámpara de araña de 400 kilos, realizada con cuentas de madera por artesanos de Kerala, Rajastán y Maharashtra, domina el espacio desde arriba.

Cada ambiente es un descubrimiento. La sala de estar se oculta tras una mampara de cristal revestida en mármol. En ella, dos mesas talladas con motivos de lunas, mariposas y hojas continúan la narrativa orgánica. El mobiliario mezcla maderas envejecidas, tapizados florales y esculturas geométricas, reflejando la diversidad artesanal de estados como Gujarat, Karnataka o Bengala Occidental.

El recorrido sensorial prosigue en la cocina, la cual está revestida con azulejos y armarios de cristal estriado. El comedor, por su parte, cobra vida con una mesa de madera bicolor rodeada de sillas de cuero y cojines en tonos salvia y óxido. Las mariposas textiles, suspendidas en las paredes, añaden un toque lúdico que suaviza el lujo y lo convierte en juego.
Equilibrio entre artesanía y practicidad
La casa también cuenta con espacios como una sala de yoga iluminada por un tragaluz, un estudio artístico y una biblioteca, todos decorados con coherencia formal. La escalera central, de azulejos verde jade, conecta con las zonas privadas, donde el estilo continúa, pero se adapta a la funcionalidad cotidiana.

Las habitaciones mantienen el mismo nivel de detalle: combinan elementos a medida con otros más accesibles, logrando un equilibrio entre lo artesanal y lo práctico. En los baños, el mármol, la piedra y la cerámica se funden en composiciones táctiles que invitan a la exploración. La paleta general de la casa se basa en tonos neutros y pastel, pensada para realzar la riqueza de las texturas y objetos presentes en cada estancia.
Uno de los dormitorios infantiles se convierte en un rincón de fantasía gracias a una gran serpiente pintada en la pared, un cabecero con forma de caracol y unas esculturas de animales realizadas por artistas de Delhi, Rajastán o Telangana. Es aquí donde se hace más visible la visión de Thomas: una casa como joyero, compleja y llena de capas, donde cada rincón cuenta una historia y cada objeto tiene un origen.
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