La startup riojana Revivía busca conectar la inversión inmobiliaria con el impacto social. Su objetivo: crear hogares asequibles frenando la despoblación. La empresa, fundada por Antxon Aizpuru e Íñigo Añaut, combina obra, datos y marketing para transformar casas vacías de pueblos en viviendas reformadas listas para alquilar a precios asequibles.
En una entrevista con idealista/news, Aizpuru explica cómo su modelo aspira a hacer rentables las inversiones en entornos rurales mientras contribuye a revitalizar municipios.
De un almacén rural a un modelo replicable
La idea nació de una experiencia personal. “Teníamos alquilada una casa vieja como almacén en Ausejo (La Rioja). Los dueños quisieron venderla, pero no teníamos dinero y los bancos no dan hipotecas pequeñas”, recuerda Aizpuru. Su socio Íñigo la compró, la rehabilitó y se la alquiló, demostrando que el modelo podía ser viable.
A partir de ahí, desarrollaron una fórmula replicable: adquirir y reformar viviendas vacías en pueblos de menos de 3.000 habitantes (principalmente en La Rioja) para destinarlas al alquiler asequible con rentabilidad para el inversor.
Revivía ofrece inversiones inmobiliarias “pasivas” con servicio 360º, gestionando todo el proceso: análisis de inmuebles, compra, reforma, amueblado, búsqueda de inquilinos y administración del alquiler.
“Nos encargamos de todo. El inversor mantiene la propiedad, y si quiere puede otorgarnos poderes para gestiones puntuales”, explica Aizpuru. El proyecto cuenta con seguros de responsabilidad civil, cubre el mantenimiento durante los primeros cinco años y trabaja con precio cerrado de reforma, lo que reduce el riesgo para el inversor.
Rentabilidad estimada del 6,7%
Según su plan de negocio, una operación tipo requiere una inversión total de 60.000 euros (30.000 euros de compra y 30.000 euros de reforma y gastos). El alquiler medio previsto es de 500 euros mensuales, con unos gastos anuales de 2.000 euros, lo que se traduce en una rentabilidad neta del 6,67%.
En paralelo, Revivía obtiene márgenes del 20% en reformas y honorarios fijos de gestión de 4.000 euros + IVA. Actualmente, la empresa tiene capacidad para una operación mensual y busca a su primer grupo de inversores dispuestos a “apadrinar un hogar”.
La misión de Revivía va más allá de la rentabilidad. “Cada familia que conseguimos alojar cuenta”, afirma su fundador. El proyecto genera empleo local en construcción y oficios, activa el parque inmobiliario rural y contribuye a la economía circular reutilizando materiales, muebles y equipamiento de segunda mano.
Además, las viviendas rehabilitadas integran criterios de eficiencia energética, como aislamiento, iluminación LED o sistemas de aerotermia, muchas veces con acceso a subvenciones públicas que el equipo gestiona directamente.
Datos, selección y control del riesgo
Revivía ha desarrollado una herramienta propia de análisis que combina datos del INE, Catastro, SEPE, CNIG, registro y portales inmobiliarios para puntuar pueblos y viviendas según su potencial.
El objetivo: maximizar rentabilidad y minimizar riesgo, eligiendo ubicaciones con demanda de alquiler y cercanía a núcleos urbanos. Los inquilinos, por su parte, deben cumplir los requisitos de los seguros de impago, que limitan el alquiler al 35-40% de sus ingresos.
“El riesgo de impago está asegurado, los periodos sin inquilino son mínimos y el riesgo de ocupación es bajo”, asegura Aizpuru. “La única pega es la liquidez: son casas que tardan en venderse, por eso recomendamos invertir solo con dinero que no se necesite a corto plazo”.
Para su primer año, Revivía prevé 10 operaciones y un beneficio neto estimado de 62.000 euros, con ingresos totales de unos 90.000 euros. El crecimiento, señala su fundador, será autofinanciado con los propios honorarios de gestión, aunque no descartan alianzas con plataformas de crowdfunding o fondos de inversión de impacto. El equipo también trabaja con ayuntamientos para identificar vivienda vacía y agilizar trámites urbanísticos.
La estrategia de marca se apoya en la transparencia y la emoción. “Comunicamos con mensajes como ‘inversión que da vida’ o ‘apadrina un hogar’. Queremos que el interés nazca del propio mensaje: una inversión con propósito en un contexto lleno de malas noticias sobre vivienda”, afirma Aizpuru.
En el futuro, el CEO sueña con restaurar un caserón para convertirlo en un coliving-coworking rural. “Me gustaría poder decir que hemos demostrado que alquilar casas vacías en pueblos puede ser rentable económica y socialmente, y que gracias a eso otros emprendedores lo están replicando en sus zonas”.
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