¿Podría sufrir Cataluña un corralito inmobiliario?

Las palabras de la banca y del Banco de España a Artur Mas, presidente de la Generalitat de Cataluña, no son burdas amenazas: ha sucedido en Grecia. Si un país corre el riesgo de salir del euro, los depósitos huyen y se forma un corralito.

Un corralito estalla cuando la gente acude a sus sucursales a sacar efectivo temiendo lo peor, de modo que los bancos se quedan sin dinero y tienen que cerrar las ventanillas para limitar esas salidas y evitar la quiebra.

¿Qué diferencias hay entre un corralito bancario y un supuesto ‘corralito inmobiliario’?

La primera diferencia es que una vivienda es una propiedad horizontal y, como tal, no es líquida: uno no la puede meter en una maleta y llevársela a otro sitio inmediatamente como hace con los billetes de euro.

La segunda diferencia es que las propiedades inmobiliarias consisten en títulos o escrituras cuyo valor depende del mercado y oscila periódicamente. El euro no sufre esas oscilaciones.

¿En qué puede afectar la amenaza de salir del euro entonces a una propiedad inmobiliaria?

La respuesta está en aquellos países que han sufrido una fuerte devaluación de sus monedas. Por ejemplo, Venezuela. La compra-venta de viviendas en ese país se realiza mayormente en dólares, no en bolívares. La cantidad acordada se abona en cuentas en el extranjero, pero a efectos nacionales, el contrato se efectúa en bolívares. 

En una Cataluña independiente podría suceder lo mismo al principio. Ante la ausencia de una moneda local, las operaciones se seguirían efectuando en euros. Pero seguramente se realizarían entre bancos situados fuera de Cataluña, bancos en la zona euro para evitar cualquier riesgo con el sistema financiero catalán.

Y las viviendas, ¿subirían o bajarían de precio? 

En un primer momento bajarían de precio porque para un inversor internacional en búsqueda de seguridad, comprar viviendas en Cataluña supondría un riesgo, como alertan lo bancos de inversión. 

En una etapa posterior, podría suceder lo contrario. Aprovechando la caída de los precios, muchos inversores podrían dedicarse a comprar viviendas en Cataluña. No podemos olvidar que es una de las regiones más turísticas y mejor preparadas para el turismo de Europa, y la primera en pernoctaciones.

El economista Joan Ripoll, doctor en Economía Internacional y profesor agregado de la Universidad Abat Oliba-CEU de Barcelona, ha asegurado a idealista news que “es poco plausible un hundimiento del precio de la vivienda”, aunque reconoce que los precios sí “bajarían algo”, aunque apunta que “sería un ajuste meramente temporal porque respondería a una reacción sentimental pero en ningún caso económica”.

¿Y los propietarios de vivienda? ¿Pueden sufrir un corralito?

Un propietario de vivienda que no piense mudarse de Cataluña ni venderla, no sufriría nada parecido. Pero aquellos que estuvieran pensando en venderla, sufrirían el impacto de lo que podríamos llamar corralito inmobiliario: paralización del mercado hasta ver cuál iba a ser el impacto de la posible independencia.

Porque uno de los impactos más directos, si los informes están acertados, sería la depresión del mercado interno. Y todo por una sencilla razón: la salida de empresas, el establecimiento de aranceles y la salida del euro, pueden tener un impacto negativo en el empleo. 

Sin empleo, no hay dinero ni estabilidad, y sin estabilidad financiera no hay ganas de comprar. ¿Quién pediría una hipoteca para comprar una casa en esas circunstancias?

Además, visto desde el otro lado, un corralito bancario, como alertan la AEB y el Banco de España, significaría que las instituciones se quedan sin dinero líquido debido a la salida de capitales. No podrían prestar dinero para hipotecas porque no contarían con el pasivo necesario para respaldarlo.

Sin embargo, ante este escenario catastrófico, Ripoll asegura que en el caso de independencia de Cataluña “no habría restricción del crédito hipotecario”. Además, defiende que “la renta de los catalanes aumentaría” y que esa mayor disponibilidad de riqueza “haría que los catalanes fueran más solventes”, con lo que la morosidad bajaría y las condiciones para acceder préstamos hipotecarios “serían mucho más ventajosas”.