Las tiendas de moda buscan una imagen de marca que definan su estilo y el público al que quieren dirigirse, con lo que se pueden encontrar establecimientos más enfocados a un público joven, adulto, elegante, de lujo… incluso los hay que se convierten en una experiencia sensorial y visual.
Bajo esas premisas se buscan el diseño de la marca Toteme, una firma sueca de moda fundada en 2014 y reconocida por su estética sobria y refinada, cuya nueva tienda en Pekín se caracteriza por crear una atmósfera única, minimalista y monumental que mezcla inspiración escandinava con sutiles referencias a la cultura china.
Una fachada plisada
La nueva tienda de Toteme, diseñada por el estudio suizo Herzog & de Meuron, está ubicada en el complejo comercial Taikoo Li Sanlitun, que a su vez se encuentra en una de las zonas más boyantes de Pekín.
Aunque solo cuenta con apenas 150 metros cuadrados, su impacto visual es mayúsculo. Desde el exterior, la fachada plisada presenta un diseño de bloques de piedra blanca y metal dispuestos en forma de pliegues, evocando la precisión del origami y la elegancia textil que caracteriza a la marca.
Un banco de piedra de 15 metros de largo recorre toda la fachada, invitando a detenerse y observar, mientras que en el escaparate destaca el letrero de neón brillante. En definitiva, la fachada está concebida no solo con una relación de la identidad visual, sino que también funciona como transición entre el bullicio urbano y la serenidad interior.
Como señalan en el estudio, “la paleta de colores y materiales sobrios refleja los valores fundamentales de Toteme y, al mismo tiempo, es un sutil guiño a la cultura y la artesanía chinas”.
Escultura, cine y moda
Al cruzar el umbral, el cliente se adentra en un espacio monocromático en el que cada elemento está cuidadosamente orquestado. Las paredes plisadas continúan, siguiendo la relación con el motivo exterior, acentuando la verticalidad y guiando la mirada hacia el corazón del espacio: una escalera en zigzag de acero lacado blanco, inspirada en las gonshi, unas rocas decorativas tradicionales chinas.
Según el estudio, para este diseño “queríamos crear algo que no se hubiera hecho antes, que jugara con la arquitectura y el espacio en sí”. Por eso, más allá de conectar con los distintos niveles, la escalera actúa como una pieza escultórica central, transformando un espacio comercial en una galería de arte contemporáneo.
A los pies de la escalera se encuentra un puente en voladizo del mismo acero brillante que refuerza la sensación de flotación y dinamismo. Y, en la parte superior, una pantalla proyecta películas mudas del legendario director sueco Ingmar Bergman, aportando una dimensión poética y melancólica al conjunto, y conectando directamente con las raíces culturales de la marca.
Los suelos y techos contrastan con la blancura general mediante una madera lacada en negro brillante, creando un juego de luces y reflejos que acentúa la percepción espacial. El resto del mobiliario, como las mesas de madera diseñadas a medida, los sillones angulares blancos y las vitrinas de vidrio fundido evocan la textura del hielo escandinavo, mientras los productos expuestos, como ropa, bolsos o joyas, se disponen con una estética casi museística sobre pedestales blancos y maniquíes translúcidos.
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