Un ‘cubo negro’ con pisos de lujo situado en el antiguo Teatro Comunale divide a la ciudad de Florencia

En el lugar donde se levantaba el histórico Teatro Comunale en Florencia hoy se ubica un edificio residencial que está dando mucho de qué hablar, y no precisamente de forma positiva. Se trata de un inmueble con forma de cubo blanco y negro que desentona con la estética de la ciudad, lo que le ha llevado a convertirse en pocos días en un caso urbanístico que divide a la opinión pública entre quienes lo califican como horror y quienes defienden la legalidad del proyecto.

De histórico teatro a ‘cubo’ residencial

El Teatro Comunale, inaugurado en 1862, fue durante décadas el epicentro de la vida musical florentina y cerró definitivamente en 2014, con el traslado de las actividades al nuevo Teatro del Maggio. Tras años de abandono e intentos fallidos de venta, el Palazzo Vecchio vendió el inmueble a la Cassa Depositi e Prestiti por 23 millones de euros. En 2019 intervino Hines, un gigante inmobiliario internacional que, junto con Blue Noble, impulsó un ambicioso proyecto de revalorización que pasaba por crear un inmueble residencial.

Diseñado por el estudio Vittorio Grassi Architects, el complejo ha sido rebautizado como Teatro Luxury Apartments y cuenta ahora con 156 apartamentos de lujo, destinados principalmente a alquileres de corta y media duración. La gestión estará a cargo de Starhotels, que lo incluirá en su colección de residencias exclusivas. 

Además de las viviendas, el proyecto incluye conserjería, centro de bienestar, gimnasio, espacios de 'coworking', áreas para niños, restaurantes y un estacionamiento subterráneo de 170 plazas. También destacan los objetivos de sostenibilidad, con la certificación ambiental LEED Gold en proceso de ser obtenida, y la creación de una nueva plaza pública.

¿Por qué ha atraído tanta crítica?

Lo que ha encendido el debate no es tanto el uso del edificio, sino el impacto estético de la nueva construcción. Definido por los críticos como “cubo blanco-negro”, se presenta como un bloque geométrico de líneas rectas y amplias cristaleras oscuras que ‘rompe’ con la arquitectura histórica del lugar. Además, la reconocida arquitecta italiana, Antonella Ranaldi, ya ha expresado sus dudas al respecto, sosteniendo que habría sido preferible usar materiales más tradicionales.

Las fotos de la nueva construcción, que se difundieron masivamente en las redes sociales, suscitaron comentarios despiadados: “ecomonstruo”, “herida abierta”, “puñetazo visual”.... Lo que más llama la atención es la diferencia entre los primeros renders, más claros y articulados, y el resultado final, percibido como más imponente y pesado.

¿Un proyecto legal?

El Palazzo Vecchio reitera que "todo se hizo conforme a la ley". El proyecto recibió la aprobación de la Superintendencia (órgano encargado de la protección, conservación y vigilancia del patrimonio cultural, histórico y artístico del país), la Región Toscana, la Comisión Municipal de Paisaje y la Comisión Interinstitucional de Paisaje .

La construcción actual se debe, principalmente, a los cambios aprobados durante la obra, que modificaron la altura y la paleta de colores en comparación con el plan original de 2018-2019.

Pese a ello, según los expertos, este proyecto no infringe la protección del patrimonio de la UNESCO para el centro histórico y las orillas del río Arno. Sin embargo, la percepción pública no es del todo uniforme.

Un asunto político: la oposición ataca

El incidente también se ha convertido en un asunto político. Eike Schmidt , exdirector de la Galería Uffizi y actual concejal de centroderecha, ha calificado la nueva construcción como "una herida abierta y sangrante en el tejido urbano". Incluso desde el partido Hermanos de Italia ha acusado a la administración de "escudarse en opiniones técnicas favorables".

Opinión de los expertos

Las críticas no se limitan a la política. Antonio Natali, exdirector de Uffizi, ha comparado el edificio con una "chimenea", y la arquitecta Fulvia Zeuli, exfuncionaria de la Superintendencia, ha calificado el proyecto de "pésimo”.

Por el contrario, la administración municipal, a través de la alcaldesa, Sara Funaru; y la concejala Caterina Bitit, ha defendido la imparcialidad durante los procedimientos. Además, ha invitado a que en el futuro se promuevan procesosos de participación más amplios.